"Muchas gracias a todos.. Que Dios bendiga a Panamá y buena suerte. Hasta luego", con estas cortas palabras se despidió ayer el presidente Martín Torrijos, a su salida del Palacio de las Garzas.
Sus ojos lucían más apagados que de costumbre, la nostalgia por abandonar el Palacio y despedirse de sus colaboradores que durante cinco años dirigió, era evidente.
A eso de las 2:40 de la tarde llegó con su avanzada al Palacio de las Garzas, pero se fue a su lugar preferido, "El Búnker", como todos solían llamar a la guarida del presidente Torrijos, La Marina -un edificio ubicado frente al Palacio- en donde su esposa Vivian Fernández de Torrijos lo esperaba en la entrada.
Los minutos seguían avanzando y junto con ellos iban llegando los miembros del Gabinete y colaboradores que se apostaban frente al blanco y vetusto edificio de la Presidencia de la República, para despedir al "jefe", como muchos presentes decían.
A lo lejos se escuchó una murga, eran otros simpatizantes del presidente Torrijos que desplegaron pancartas con las frases: "Martín, sí se pudo" y bailaban hasta más no poder.
Mientras tanto, la Guardia Presidencial se preparaba con la tradicional calle de honor, señal de que pronto Torrijos caminaría hacia el Palacio para realizar su último recorrido.
El reloj marcaba las 3:40 de la tarde cuando los aplausos se hicieron escuchar, era el primer vicepresidente y canciller de la República, Samuel Lewis Navarro, que salía de "El Búnker" para caminar hacia el Palacio de las Garzas, tomado de la mano de su elegante esposa Anagrethel de Lewis.
Diez minutos después se escuchó, proveniente de una bocina, el tema "Patria" de Rubén Blades, y de repente salió Martín Torrijos con su esposa. Lo que habitualmente le pudo tomar segundos en cruzar la calle, le tomó minutos.
Sus colaboradores, amigos y ministros de Estado caminaron hacia él para estrecharle la mano, abrazarlo y hasta llorar por su despedida. En su recorrido lo sorprendió el pequeño "Ricky", un niño de tan solo 6 años, a quien Martín Torrijos conoce muy bien, pues es el mascotita de los SPI.
Ricky le regaló un cuadro de una empollerada a Torrijos y en agradecimiento al niño, el Presidente lo cargó y le dio un beso.
La aglomeración fue tal frente al Palacio, que la seguridad quedó en segundo plano. Torrijos ingresó por última vez al Palacio de las Garzas.
CONDECORACION
Una vez dentro del Palacio de las Garzas, en el Salón Amarillo, Torrijos condecoró al diputado Elías Castillo y al ex presidente Aristides Royo, con la Orden Omar Torrijos Herrera en grado de Gran Cruz.
Veinte minutos después, Martín Torrijos junto a su esposa y miembros del Gabinete, salieron. Bajó las escalinatas del Palacio, y sin titubear se desabotonó el saco con la mano izquierda y levantó su mano derecha para despedirse.
Dijo unas cortas palabras y caminó junto a sus seguidores hasta la Catedral Metropolitana, en donde le daría gracias a Dios por el deber cumplido. En el camino una comparsa al ritmo del timbal y congas trataba de alegrar el nostálgico momento y sus integrantes coreaban: �Allí, allí está Martín!
CATEDRAL METROPOLITANA
En la entrada de la Catedral lo esperaba monseñor Guillermo Tejada, quien bendijo a la pareja presidencial, al Canciller y a su esposa.
"Este es un momento muy especial, que Dios los guarde y a sus familias. Delante de Dios están todas las obras hechas para el país", dijo el sacerdote, mientras esparcía el agua bendita.
La ceremonia que duró una hora y media fue muy emotiva. Los presentes adoraron al Santísimo Sacramento en señal de agradecimiento.
Una vez terminada la misa, el padre David Cosca, en representación de los obispos y miembros de la Iglesia, le dio las gracias a Dios por el mandato del presidente Torrijos. "Gracias por su administración de Gobierno"
Aclaró que aunque la Iglesia no tiene partido, sí participa con los nacionales, porque "juntos, todos hacemos Patria y usted y su gobierno han cumplido su misión con este país", aseveró.
Mientras tanto, la hora de la despedida se acercaba. Una vez se terminó la misa, salió de la Catedral, bajó las escaleras y con su tradicional saludo y sus ojos tristes dijo: "Hasta luego" y se montó en su auto Lexus.