La selección brasileña de fútbol regresó ayer al país, cabizbaja y humillada, tras su eliminación de la Copa América de Colombia a manos de Honduras. La derrota 2-0 ante Honduras en la segunda ronda del torneo se reflejó en el rostro abatido de los jugadores que llegaron al aeropuerto de Sao Paulo, donde los tradicionalmente entusiastas hinchas brasileños ni se molestaron en ir a recibir a sus ídolos.
El ariete Guilherme, de gris actuación ante Honduras, reconoció que incluso sintió verg�enza de llamar a sus padres. "No tengo nada que hablar con ellos. Los voy a llamar ahora sólo para decirles que estoy bien, pero sólo eso", declaró a periodistas Guilherme, del Atlético Mineiro. |