Una notable cantidad de niños que asisten a la escuela primaria en las comunidades de la Comarca Ng�be Buglé, en Chiriquí, no tienen zapatos.
Hasta dos horas tardan caminando todos los días desde sus hogares ubicados en comunidades de difícil acceso, para llegar a su escuela.
La esperanza es salir del crítico marco de extrema pobreza en que se encuentran sumergidos a través de la educación.
En su ingenuidad estos niños, descalzos en su mayoría, caminaban felices para sus hogares. Esta situación no les representaba ninguna incomodidad.
ESTUDIANTE
Boris Saldaña es uno de esos estudiantes que no tiene zapatos. Una profunda tristeza mostró cuando le preguntamos por sus calzados.
A pesar de que entidades gubernamentales y organizaciones no gubernamentales afirman que han llevado zapatos a la comarca para regalarle a los niños de las escuelas primarias, parece no ser suficiente.
Raúl Montezuma, residente de July, asegura ser testigo de este caso y cada día observa cómo los niños caminan bajo las inclemencias del tiempo para llegar a la escuela.
SIEMPRE ANDAN PREPARADOS
Niños de primer y segundo grado caminan junto a sus vecinos, sin la compañía de ningún adulto. La ventaja de ellos es que cada uno carga una bolsa de plástico dentro de la chácara o la bolsa de tela que utilizan para guardar sus cuadernos.
Saben que lo seguro es que al salir de la escuela, puede comenzar a llover y como se trata de una región montañosa, casi todos los días ocurre lo mismo.
Desde las comunidades de Limón, Bajo Maíz, Chiviri y Nancito se trasladan estos menores para asistir a la escuela de Hato July, con el afán de progresar y hoy piden al pueblo panameño que les ayude porque carecen de un par de calzado.
CARRETERA
La carretera de este sector tiene muchas piedras y lodo, por lo que los niños tienen que caminar bajo esta penuria en un recorrido que tarda entre dos a cuatro horas.