MENSAJE
La ley
de Dios y la ley de los hombres
Hermano Pablo
Crítica en Línea
El juicio estaba
llegando a su fin. Todas las evidencias estaban en contra del
acusado. La sentencia de muerte caería sobre Carlos Chambers.
Había matado a una mujer de setenta años para robarle.
Seguramente lo condenarían a la cámara de gas.
El fiscal, a fin de reafirmar su tesis, tuvo la ocurrencia
de citar la Biblia: «Dios dice que el que derrama sangre
de hombre, por el hombre su sangre será derramada.»
Con esto perdió su alegato, porque al citar la Biblia
el abogado defensor pidió la anulación de la sentencia,
y el juez tuvo que concederla. La ley dicta que no se puede citar
la Biblia para acusar a un hombre en un país donde hay
estricta separación entre el estado y la religión.
Por usar la Biblia, el fiscal perdió su caso.
He aquí un caso interesante. Sucedió en un país
donde ocurren toda clase de argucias jurídicas extrañas,
y se presta para una fuerte reflexión. Un asesino merece
la pena de muerte. No tiene ningún escape. Pero al citar
la Biblia para condenarlo, se ponen en juego tretas legales,
y el hombre se salva.
Vale la pena preguntarnos: Al fin de cuentas ¿en qué
se basan las leyes humanas de todos los países del mundo
para definir un delito? Si no puede citarse la Biblia en el juicio
de un asesino, tampoco se la puede citar para condenar a un adúltero,
o a un mentiroso, o a un ladrón, o a quien sea culpable
de cualquier delito.
Los Diez Mandamientos que se encuentran en el Libro Sagrado
son lo que fija y establece la moral humana. Si no hubiera Biblia,
si no existieran los autoritarios «Diez Mandamientos»,
el hombre no tendría ley a la cual sujetarse. ¿Cuál
sería el resultado? Se regiría sólo por
la violencia y la fuerza. Su única ley sería su
propio capricho personal. Esa sería la ley.
En los días previos al diluvio universal nadie obedecía
a nadie. No había ley, no había moral, no había
norma de vida. Regía sólo la violencia. Cada uno
establecía su propia ley. Fue entonces que Dios envió
el diluvio, para comenzar un nuevo pueblo.
Los mandamientos de Dios son lo que establece la moral del
hombre, y aunque no hubiera nada escrito, el asesinato sería
malo, el adulterio sería malo, el robo sería malo,
todo pecado sería malo. Lo que no está escrito
en tablas de piedra, está escrito en la conciencia del
hombre. Y todos hemos violado esa ley.
¿Habrá salvación para el pecador? Sí,
la hay. Para eso fue Cristo a la cruz, para pagar el precio de
nuestra redención. Podemos acudir a Él. Jesucristo
ya cubrió nuestro mal. Por eso se llama Salvador. Rindámosle
nuestra vida a Él.
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