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Jueves 19 de agosto de 1999



FAMILIA
Narc�ticos An�nimos

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Joaqu�n Arias
Cr�tica en L�nea

La primera forma de llevar el mensaje no necesita explicaciones. La gente est� acostumbrada a vernos por las calles y nos recuerda como unos seres atormentados y solitarios. Ahora notas que ya no hay miedo en nuestras caras. Poco a poco nos ven pasar de la muerte a la vida.

Una vez dentro de N.A. y su "estilo", nuestra manera de actuar, de nuestra nueva vida desaparecen el aburrimiento y la complacencia. Manteni�ndonos limpios, empezamos a practicar tales principios espirituales como son la esperanza, la entrega, la aceptaci�n, la honestidad, el ser razonable y de mente abierta, la buena disposici�n de �nimos, la fe, la tolerancia, la paciencia, la humildad, el amor incondicional, el compartir y el preocuparnos de los dem�s. Mientras progresa nuestra recuperaci�n, van influyendo todos los aspectos de nuestra vida porque, simplemente, tratamos de vivir este Programa en el aqu� y ahora.

El gozo que experimentamos al empezar a aprender c�mo vivir seg�n los principios de recuperaci�n descritos, es indescriptible.

Es el gozo de contemplar a una persona sin drogas durante dos d�as decirle a otra, de un d�a: "Un drogadicto solo est� en mala compa��a". Es el gozo de ver a quien estaba realmente luchando para conseguir recuperarse y sobrevivir, encontrar, de repente, en medio de los esfuerzos para ayudar a otro drogadicto a mantenerse limpio, las palabras que son �ntimas y necesarias.

El sentimiento nos invade de que nuestra vida vale la pena vivir. Renovados espiritualmente, estamos contentos de estar vivos. Cuando us�bamos drogas, nuestra vida era una terrible lucha permanente para sobrevivir. Ahora conseguimos hacer mucho m�s viviendo que sobreviviendo. Al darnos cuenta de que lo primero y fundamental es estar limpios y disfrutamos llevando el mensaje de recuperaci�n al drogadicto que todav�a sufre. Da resultado, ciertamente, acudir a los grupos; las reuniones funcionan.

Al practicar principios espirituales en nuestra vida diaria, ello nos permite adquirir una nueva imagen de nosotros mismos. La honestidad, la humildad, el ser razonables, nos ayudan a tratar a las personas alrededor con ecuanimidad. Nuestras decisiones se vuelven moderadas por la tolerancia. Aprendemos a tener respeto por nosotros mismos.

Las lecciones que aprendemos en el proceso de nuestra recuperaci�n a veces son amargas y dolorosas. Al ayudar a otros vemos que una recompensa es el respeto por uno mismo, mientras somos capaces de compartir estas lecciones con otros miembros de Narc�ticos An�nimos.

No podemos decir a otros drogadictos que no sufren o que no lo vemos; su sufrimiento es bien real. Sin embargo, podemos llevarles el mismo mensaje esperanzador que a nosotros nos dieron otros compa�eros drogadictos en recuperaci�n.

Compartimos los principios en que se basa la recuperaci�n tal y como cambiaron nuestras vidas. Dios nos ayuda cuando nosotros ayudamos al pr�jimo. La vida cobra un significado especial, una alegr�a muy nueva, somos y nos sentimos dignos. Nos convertimos en personas renovadas espiritualmente y estamos contentos de vivir.

 

 

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