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Miércoles 30 de agosto de 2000



El �ltimo abismo

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Hermano Pablo
Colaborador

El poema fue creaci�n de un alma juvenil, confundida y traspasada de problemas. �Tinieblas -dice el primer verso-, vengan y ll�venme al �ltimo abismo, donde el dolor y el odio, y la ira y la guerra, ya no queman m�s.�

Y siguiendo ese mismo tono, la poes�a, compuesta de versos duros y tristes, termina con: �El amor ha llegado a ser mi enemigo; la amistad se ha vuelto burla; y la esperanza, mi prisi�n.� As� concluy� Elisabeth Garrison, de diecis�is a�os de edad, su poema. Su dolor, expresado en verso, explica el crimen que acababa de cometer. Elisabeth Garrison acababa de matar a su madre.

El alma del poeta se conmueve con las emociones m�s extremas. Ve la vida con ojos penetrantes, y reacciona de modo diferente al com�n entre los mortales.

Elisabeth no se llevaba bien con su madre. Las dos nunca se hab�an entendido, y a los diecis�is a�os de edad, en medio de la desesperaci�n, Elisabeth mat� a su madre. Inmediatamente despu�s, todav�a en su cuarto, la joven compuso esos versos. En ellos ped�a que se le llevara al �abismo final, donde el dolor cesa. Porque -�y qu� expresi�n de una muchacha de apenas diecis�is a�os de edad!- el amor ha llegado a ser mi enemigo; la amistad se ha vuelto burla; y la esperanza, mi prisi�n.�

Ante esto nos preguntamos: �A qu� profundidad de dolor, de desesperanza, habr� llegado la persona que dice que el amor es su enemigo, y que luego mata al ser m�s querido que tiene? Llegar a ese extremo es lo m�s desastroso que el ser humano pueda conocer. Y sin embargo hay muchas personas que han ca�do en ese abismo.

Cuando el dolor se vuelve insoportable, cuando la desesperaci�n nos ahoga, ese es el momento de clamar: ��Se�or, te necesito; por favor, ay�dame!�

El salmista David sufri�, as� tambi�n, sus momentos de angustia. Escuchemos uno de sus clamores: ��S�lvame, SE�OR mi Dios, porque en ti busco refugio! �L�brame de todos mis perseguidores!

De lo contrario, me devorar�n como leones; me despedazar�n, y no habr� quien me libre.� Con esa ansiedad comienza David el Salmo 7, pero concluye con optimismo: �Mi escudo est� en Dios, que salva a los de coraz�n recto... �Alabar� al SE�OR por su justicia! �Al nombre del SE�OR alt�simo cantar� salmos!�

Aprendamos del salmista que siempre podemos encontrar refugio en Dios. Cuando todo en esta vida nos consume, siempre queda Dios. Y con tal que que lo busquemos con toda sinceridad, �l siempre nos responder�. Pongamos nuestra confianza en Dios. �l jam�s nos defraudar�.

 

 

 

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