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En los dos últimos años, el derribo de un quiosco dedicado por muchos años a la venta de refrescos, que después permaneció cerrado ante la indiferencia de la población, ha adquirido de repente rango de noticia en los medios de comunicación social y enfrentado a la municipalidad chorrerana con los propietarios del inmueble, incómodos, pues sienten burlados sus derechos y heridos sentimientos familiares.
Llama la atención la forma cómo, asuntos fáciles de resolver por vía del derecho y la negociación, se convierten en nuestros pueblos en polémicas que ocupan tiempo, espacio y recursos, en detrimento de la solución a otras necesidades más urgentes que afectan a casi toda la población.
En La Chorrera y en toda la región de Panamá Oeste, hay elevados índices de inseguridad pública causados por la delincuencia, el robo, el consumo de drogas, de bebidas alcohólicas y otros desajustes sociales, mientras la atención de nuestras autoridades se centra en un asunto tan simple como el conflicto por un espacio de 20 metros cuadrados de terreno.
Reprochable es la manera oportunista cómo, políticos criollos ansiosos de tribuna y votos para las elecciones que se acercan, echan fuego sobre una polémica tan estéril donde se desgasta el esfuerzo que bien podría ser aplicado a la solución de los problemas antes señalados.
La Alcaldesa Yolanda Villa de Arosemena y el galeno Auril Henríquez deben hacer un alto y sentarse a conversar sobre una salida honorable al conflicto del Quiosco 3 de Noviembre. Háganlo deponiendo actitudes y observen bien, para que vean quiénes están aupando esta lucha buscando beneficios políticos a bajo costo.
Estos buscadores de votos fáciles volvieron a la carga, sin tener autoridad ni conocimiento sobre monumentos históricos, a echarle gasolina a la polémica utilizando un viejo caserón donde funcionó por muchos años la alcaldía en la calle Baldomero González.
�Tendrá esta vez el gobierno municipal de La Chorrera, tres alcaldes en vez de dos, como ocurrió durante la administración pasada? |
