Alberto Carrasco desde que tiene uso de razón ve crecer piñas en las tierras que ha heredado y ahora su futuro está seguro, gracias a esta fruta.
La piña, que toma importancia comercial, parece que hubiese sido "inventada" en la tierra del bollo preña�o. Cientos de hectáreas hoy adornan gran parte del paisaje de Zang�enga, un pueblito chorrerano reconocido como el punto más propicio para su cultivo en Panamá.
EL SE�OR DE LAS PI�AS
Su nombre es Agustín Díaz, un "zangung�eño" que a los 26 años empezó sembrando unas 1,500 piñas de la variedad nacional.
Mientras recorríamos sus terrenos en una 4x4, contaba don Agustín que para el año en que murió el general Omar Torrijos, en 1981, ya tenía sembradas un millón de plantas de piña de esta variedad.
Con orgullo nos decía que todas las tierras que veíamos alrededor habían sido producto de la piña.
Un momento importante, nos dice Don Agustín, se dio cuando en una visita a la provincia de Chiriquí, adquirió la semilla de una nueva variedad denominada la hawaiana, que en su momento fue muy bien aceptada en el mercado por su sabor y poco a poco fue desplazando a la nacional, y le dio el sitial de haber sido el primero en llevar esta variedad a la región.
Pero esto no paró allí, hace unos años apareció la nueva variedad MD2, que por su sabor, textura y calidad se encuentra desplazando a la ya tradicional variedad hawaiana.
UN SUELO PERFECTO
Así lo destaca el director Regional del área Oeste del MIDA, Ariel Espino, quien aseveró que la tierra de Zang�enga posee los elementos químicos justos para dar el sabor y la acidez apropiada a la piña.
De aquí que Zang�enga se haya convertido en un polo de desarrollo piñero del área e incluso del país.
De acuerdo a Alberto Carrasco, la producción de este fruto en este sector data desde la década de los 60 y hoy mucha gente vive gracias a esta actividad, pero además de la buena calidad del producto, está la perseverancia del productor que en más de una ocasión se ha enfrentado a las adversidades, como la pérdida de contenedores enteros y la saturación del mercado nacional, lo que le quita a cualquiera las ganas de seguir trabajando el cultivo.
Hoy Don Agustín y Alberto representan dos generaciones de "zangung�eños" que se han levantado gracias sus sembrados de piña.