La ampliación del Canal de Panamá es quizás uno de los proyectos más ambiciosos que registrará la historia del país. Se estima una inversión de 10 mil millones de dólares durante una década de trabajos.
No hay duda que una obra de tal magnitud haría despegar la economía panameña. El problema sería el financiamiento. La vía acuática acaba de superar los mil millones de dólares en ingresos en un año de operaciones. La principal fuente de esa suma son los peajes que se le cobran a los barcos por cruzar de un océano a otro.
La Autoridad del Canal piensa cubrir con sus propios ingresos gran parte de la construcción del tercer juego de esclusas. La vía acuática genera casi 500 millones de dólares en utilidades bruta anualmente y desde hace años se están haciendo las reservas para cubrir parte de los costos de la proyectada ampliación.
El Canal capta hoy apenas el 4.5% de la carga del comercio mundial y al ampliar sus instalaciones busca aumentar al 20 por ciento.
Lo importante es hacer los estudios de una manera objetiva y no especulativa, evitando inmiscuir al país en un proyecto que a la larga no sea rentable. Si los análisis justifican la construcción, entonces manos a la obra, pero si hay puntos oscuros, lo mejor es actuar de manera conservadora.
Es una realidad que la construcción de buques Panamax y PostPanamax son los preferidos para movilizar las cargas. El Canal debe ofrecer un servicio confiable, eficiente y con costos competitivos, de lo contrario, dejará de ser una ruta estratégica para el comercio mundial.