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"No emitiré mi voto hasta que no reciba mi sobre", declaró públicamente, con el mayor desparpajo, el "honorable" legislador del PRD. Mientras tanto, un movimiento sospechoso en los recintos interiores de la Asamblea delataba la repartición de sobornos a algunos miembros de la "augusta cámara", para que aprobaran un millonario proyecto de ley.
Esta anécdota no guarda relación con el calamitoso escándalo del CEMIS, que tanto aterroriza a Martín Torrijos. Se refiere a un incidente ocurrido hace una década, denunciado por la legisladora Balbina Herrera, en declaraciones recogidas por La Estrella de Panamá (18 de junio de 1993).
Fue la dictadura de los militares y el PRD la que fomentó la práctica de comprar los votos de los legisladores. En 1984, por ejemplo, algunos miembros del Consejo de Legislación recibieron 250 mil balboas (cada uno) a cambio de su apoyo a iniciativas del ejecutivo, en ese entonces controlado por el tirano Noriega a través de Jorge Illueca Sibauste y, posteriormente, Nicolás Ardito Barletta (La Prensa, 25 de noviembre de 1984).
La compra de votos a los legisladores forma parte de un sistema perverso, instaurado por la narcodictadura a partir del 11 de octubre de 1968, cuyos resortes son el clientelismo y la corrupción. Lo trágico es que a trece años del desalojo de esa narcodictadura, el mismo sistema sigue imperando, con gravísimo perjuicio para el desarrollo y la superación de los problemas nacionales. �Hasta cuándo, señores magistrados, procuradores y legisladores! |
