La captura en Panamá e inmediata deportación a Colombia del principal directivo de la firma DMG, polémica empresa captadora de fondos a través del llamado sistema de pirámide, es una acción que hay que reconocer a las autoridades panameñas.
Con la colaboración de la Policía colombiana, sus pares panameños lograron en pocas horas la detención de David Murcia Guzmán, cuando todo indica que pretendía viajar por carretera hacia Costa Rica.
Ahora bajo la protección de las autoridades de su país natal, Murcia tendrá la opción de revelar los detalles de sus operaciones que todo indica que estaban salpicadas del lavado de dinero.
Deshacerse rápidamente de esa papa caliente fue lo mejor que pudo hacer Panamá. Mantener a un sujeto con el alto perfil del colombiano en una instalación carcelaria, daba pie a que sucediera cualquier cosa.
El problema que se le atribuye a DMG es básicamente un problema colombiano y ellos tendrán que desenredar su lío. Lo lamentable es que mucha gente -algunos por ignorancia y otros por avaricia- confiaron sus dineros a un esquema que prometía la luna, el sol y las estrellas, pero que en el fondo, no era más que una estafa.
Lo sucedido en diversos departamentos de la hermana Colombia debe servir de escarmiento a los que piensan en obtener dinero fácil o se dejan deslumbrar por las promesas de ganancias o intereses superiores a los que rigen normalmente en el mercado. No hay que ser incauto; en cuestiones de dinero la prudencia y actuar de manera conservadora, son los mejores consejeros.