El petróleo sigue en una caída libre. El precio del barril del crudo ha disminuido en más del 100 por ciento desde su precio tope de 146 dólares que registró en julio. Ahora se cotiza en 43 dólares y todo indica que llegará a 40 dólares.
Para los países dependientes de los derivados del petróleo es una buena noticia, lo malo que los precios de la canasta básica de alimentos que en Panamá se incrementaron en 15 por ciento, bajo el argumento del alza de la gasolina y el diesel, ahora no registran descensos.
No es posible que productos agrícolas locales se vendan a más de un dólar la libra.
Igual sucede con las tarifas de los taxis, cuyos incrementos se autorizaron por culpa del combustible y ahora nadie dice nada a favor de los usuarios. Las carreras cortas mantienen el precio de 1.25 dólares en vez de retornar al dólar.
Algunos sectores no entienden que el lucro excesivo afecta al consumidor, que a la postre cuando vea su asfixia económica particular, va tomando medidas de recorte de gastos.
Hay que estar a tono con los tiempos. Si bajan los costos de producción, así mismo un porcentaje de esos ahorros, deben ser trasladados a los consumidores o usuarios, que al final de cuenta son los que mantienen los negocios, las industrias y los servicios.
No hay que olvidar que el mundo enfrenta una recesión de consecuencias impredecibles. Por ahora Panamá es una especie de oasis ante la crisis financiera que sacude a la mayoría de las naciones, pero tampoco podemos abusar de nuestra buena suerte y de los consumidores del país.