HOJA SUELTA
Patricio
Eduardo Soto
Hola, otra vez estoy con ustedes desde este espacio dominical, el cual durante 1999 me dej� tantos y tan gratos momentos de regocijo. Desaparec� desde el D�a de la Madre, porque consider� que aquel art�culo que le dediqu� a mi viejita era el justo para cerrar el a�o. Pero estamos de regreso (mis an�cdotas locas y yo) para aprender de la vida, esa que ponemos en papel peri�dico para volverla a mirar despu�s de vivida con el �nico prop�sito de re�rnos de los episodios que ayer nos hicieron llorar... o derramar l�grimas por aquellas experiencias que antes nos ahogaron de risa. Gracias por esperar, y estar dispuestos a vivir la vida conmigo. Espero me escriban y me cuenten sus historias. A veces es un martirio encontrar tema, y ustedes pueden ayudarme. Si quieren contar alguna experiencia que nos sirva a todos para ser mejores, escriban, con gusto la publicar� en su nombre. As� hizo Patricio (el nombre es ficticio) un joven con quien crec� en San Felipe. Estaba en la barra de un bar con la madre de mis hijos, cuando de pronto sent� que una manaza como de robot me toc� el hombro. Era �l, con un rostro de pendenciero y violador que antes no ten�a. Una larga cicatriz le cruza el rostro, y en los ojos tiene un destello de desconfianza perenne que asusta. Me dijo: "oye, Soto, de vez en cuando leo esa vaina que escribes, y me gusta (...) tengo algo que te puede servir, si me esperas lo busco". Al momento regres� con un cuaderno de escolar, pero ya en su cara de hamp�n no hab�a sonrisa alguna. Me lo puso entre las manos y me dijo: "Quiero que leas esto. Despu�s puedes escribir lo que quieras de ah�, pero no digas mi nombre (...) puede servirle a alguien que est� pasando por lo mismo (...) para que no cometa los errores que yo comet�". Me cont� que no tiene empleo, y que no quiere volver a su vida de delincuencia. Dicho esto, desapareci�. Esa noche le� las primeras p�ginas del cuaderno, y el relato me pareci� desgarrador. Empieza lament�ndose por la infidelidad de su mujer, por c�mo ella sale de casa, deja los ni�os solos, y regresa oliendo a otro hombre. Pero acepta que ella lo hace porque �l la abandon� primero, cuando era ladr�n, narcotraficante y consumidor de coca�na. Ahora Patricio quiere volver sobre sus pasos para enmendar los errores, pero es tarde; ella se extravi� en alg�n recoveco de la fr�a vida de soledad que �l le dio. Dice que la ama, y le duele verla c�mo se consume en un adulterio escandaloso. Habla de suicidio: Prometo terminar de leer el cuaderno de Patricio y contarles todo a ustedes. Y tambi�n espero que �l lea lo que yo escriba, y que consiga trabajo... En Dios espero que no se quite la vida.
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