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Con un arbolito, les quemo el tívoli

Marcelino Rodríguez B. | Periodista

Recién había cumplido trece años de edad, cuando se dieron los hechos sangrientos del 9 y 10 de enero de 1964. A a las 7:00 p.m., un sujeto apodado "Mayo" llegó a la Bajada del Ñopo, (Calle 12 Este), gritando que los gringos mataban a estudiantes en la 4 de Julio.

Ajenos a lo que había transcurrido en horas de la mañana, cuando un grupo de estudiantes del Instituto Nacional trataron en vano de izar nuestra bandera panameña en el "Balboa High Scholl", esa noche dejamos de hacer lo que siempre hacíamos, hablar en la esquina de Kito Chen y nos sumamos a los miles de jóvenes, adultos y ancianos de ambos sexos, que en estos momentos enfrentaban al coloso del norte, a punta de pedradas a cambio de balas.

Algunos padres de familia con correa en manos buscaban a sus hijos, pero el mío no estaba por ningún lado, por lo que me sumé a abastecer de piedras de todos los calibres a los manifestantes que se encontraban por los alrededores del Palacio Legislativo y Café Pepsi Cola.

Posteriormente, un joven me dijo: "Búscame un arbolito para quemar el Tívoli", hotel de los gringos dentro de la Zona del Canal, incursioné nuevamente en el barrio de El Marañón, donde logré encontrar dos arbolitos secos que arrastré hasta el Palacio Legislativo, donde fueron encendidos, pero las rápidas llamas no le dieron oportunidad para que el desconocido joven pudiera cruzar la cerca y hacer lo que había previsto.

Ese 10 de enero me sumé a "una brigada e barrio", que trataba de quemar la empresa norteamericana "Goodyear", frente a la entrada posterior del Cementerio Amador.

Pero en esta ocasión apareció mi padre Marcelino Rodríguez Oses, quien se encontraba limpiando algunas tumbas del campo santo, donde laboraba como sepulturero.

Un rejazo con un "zambrón" que utilizaba mi padre para sujetarse los pantalones motivó el retiro de mi participación en la gesta del 9 y 10 de Enero.

Aún ese arbolito y sus llamas están vigentes en mi pensamiento y se los trasmito a mis hijos y nietos, como al pueblo panameño, para que las presentes y futuras generaciones, lleven como consigna que a la Patria no se le ponen condiciones.




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