Aunque los resultados económicos divulgados por el gobierno revelan que en el 2010 se respetó la Ley de Responsabilidad Fiscal, que permite un déficit fiscal máximo del 2.5 por ciento con relación al Producto Interno Bruto (PIB), es preocupante que el monto de ese renglón se haya duplicado con relación al año 2009.
El déficit fue de 511.76 millones de dólares, que equivale al 1.9% del PIB, pero esa cifra representa un aumento del 102.6% respecto a los 252.6 millones de dólares que fue el déficit del 2009.
Se llegó a ese déficit a pesar de que las recaudaciones aumentaron en 533.4 millones de dólares. Pero no hay que descuidar que los gastos también se incrementaron el año pasado en 858.9 millones. de dólares.
Lo preocupante de todo es que ese aumento de gastos y ese déficit ojalá se hayan destinado para infraestructura y no para cubrir gastos de funcionamiento, que a la postre se destinan principalmente para el pago de planilla.
Panamá tiene finanzas sanas, por eso no hay que descuidar ese balance de gastos e ingresos. El déficit y el endeudamiento deben ser más que todo para ejecutar grandes proyectos que mejoren las condiciones de vida de los panameños, no para sustentar la burocracia de 200 mil trabajadores con que cuenta hoy día el Estado.
Ahora que están las vacas gordas, se debe mantener el buen manejo de las finanzas y bajar el peso de la deuda pública, para prepararnos cuando se pongan las cosas duras y tener un colchón para que futuras crisis impacten lo menos posible al país.