Atacantes con uniformes policiales detonaron un par de bombas el miércoles dentro de un famoso santuario chiíta, dañando gravemente su cúpula dorada y provocando enardecidas protestas y ataques de venganza contra mezquitas suníes.
Ningún grupo terrorista se atribuyó la responsabilidad del ataque al santuario Askariya en Samarra, 90 kilómetros al norte de Bagdad, pero las sospechas recayeron sobre elementos extremistas suníes como Al-Qaeda en Irak, que dirige Abu Musab al-Zarqawi.
El clérigo chiíta más influyente del país, el gran ayatolá Ali al-Sistani, prohibió a sus seguidores que atacaran mezquitas suníes, particularmente las de la capital. Declaró siete días de luto.