FAMILIA
"El joven frente a la delincuencia
y la cultura"
Joaquín A. Arias E.
Presidente Pro Vida
La delincuencia juvenil es
el resultado de la interacción de muchos factores físicos,
intelectuales, sociales y culturales. El delinquir es el resultado de una
mala adaptación social que se expresa en la infracción a las
normas, valores o principios socialmente aceptados por la cultura de una
sociedad determinada. Esto puede explicarse principalmente por el carácter
del menor y por las condiciones ambientales que lo llevan a ponerse en conflicto
con la moral y con la ley; aunque también es cierto que en la mayoría
de los actos delictivos de los jóvenes, están involucradas
personas mayores y su mala influencia. Un delincuente no nace, se hace.
El consumo de drogas puede llevar a los jóvenes a prácticas
delictivas con el fin de obtener recursos para conseguir estas sustancias.
En el grupo, la pandilla o gallada, el joven encuentra respaldo en su conducta
delictiva, encuentra seguridad para conservar su comportamiento que siendo
desaprobado socialmente, es aprobado por su grupo de amigos. Los delitos
más frecuentes entre los jóvenes se encuentra; el robo de
vehículos, artículos personales y productos de almacenes y
supermercados; el sicariato, asesinato por el cual el menor recibe un pago;
tráfico y consumo de drogas, con lo que no sólo se hace daño
a sí mismos sino también al vincularse a la venta, les corresponde
buscar nuevos consumidores e involucran a otros en el proceso; la prostitución
infantil tanto masculina como femenina; y la violencia física o sexual
contra otras personas, consideramos que son parte de los delitos más
comunes cometidos por adolescentes hoy día.
La delincuencia juvenil, como todos los problemas sociales, debe considerarse
con el producto de una serie de condiciones que se combinan de una manera
específica, propiciando a los menores a tomar comportamientos anómalos
que van en contra de las leyes sociales. Un menor que no ha tenido la suficiente
atención a sus necesidades de seguridad, afecto, orientación,
disciplina y libertad. Buscará satisfacer estas necesidades básicas
en otro grupo y a través de otras alternativas. Las familias de estos
menores asumen con frecuencia atitudes similares demostrando un patrón
sistemático de conducta revelando los siguientes factores:
Los factores familiares se manifiestan de diferentes formas como la
presencia de autoridad represiva e inflexible que expone al menor a castigos
severos, ausencia de normas claras que respondan a la necesidad de una relación
cálida, de apoyo y de orientación. Ausencia de valores morales
y de responsabilidades acordes con la situación y la edad de cada
uno de los miembros. Convivencia con padres delincuentes y madres prostitutas.
Inducción familiar a la mendicidad y al delito. Ausencia de uno o
ambos padres. Falta de amor y respeto en los primeros años. Satisfacción
sin límites de todas las exigencias del menor, actitud esta que busca
compensar la falta de diálogo relacionado con las inquietudes generadas
por los cambios que estos jóvenes experimentan. Familias con este
tipo de dinámicas, pueden propiciar estructuras de alto riesgo que
ponen en peligro la estabilidad de los integrantes del grupo familiar y
el espacio emocional que necesita cada uno de ellos, motivando a los jóvenes
a la búsqueda de otras alternativas que, en muchos casos es la delincuencia,
en alguna de sus formas y manifestaciones.
Existen factores individuales que propician al individuo a delinquir
como los padres con enfermedades mentales, drogadictos y alcohólicos.
Menores que abusan de sustancias tóxicas, falta de satisfacción
personal. Estructuras psicológicas débiles. Traumas morales.
Grandes complejos de inferioridad. Problemas de atención y aprendizaje.
Algunos de los factores sociales completan el círculo vicioso de
una cultura indeseable como lo es el consumismo; en vista de que los menores
están expuestos a un sistema de tentación que los invita al
consumo de bienes que realmente no están al alcance de sus posibilidades
económicas, el delito se convierte en una posibilidad. La falta de
empleo, que garantice su bienestar. Existencia de grupos juveniles dedicados
a prácticas delictivas que persuaden a otros menores a participar.
Malas influencias a través de medios o de personas. Bueno, sabemos
que algunos jóvenes escogen caminos que afectan considerablemente
su salud: el uso de drogas, la vagancia, la prostitución, la delincuencia
juvenil organizada. La problemática juvenil es algo sumamente grave
y sólo los adultos estamos capacitados para hacer algo al respecto.
LA ADICCION
Las drogas que producen placer son sustancias químicas que se
ingieren con el deseo de cambiar los sentimientos, la conciencia de los
problemas y las tensiones, el consumidor desea achisparse, sentirse feliz,
tener mucha energía, aumentar la confianza en sí mismo o por
el contrario puede desearlas para relajarse para dormir, para hablar con
seguridad o simplemente para sentirse diferente. Estas drogas por lo general
crean un fuerte hábito en las personas. Son muy raras las veces que
la persona se propone convetirse en drogadictos, simplemente desean sentir
los efectos de la droga a corto plazo.
Casi invariablemente los consumidores comparten la actitud, de si alguna
vez llega a ser un problema la dejaré. Lo que la persona no logra
darse cuenta es que cuando progresa la enfermedad de la adicción
o la dependencia química en el consumidor, se manifiesta invariablemente
un sistema de negación haciendo de la persona con la enfermedad la
última en darse cuenta que tiene un grave problema de adicción.
La adicción es una enfermedad física mental emocional
y espiritual con fuertes síntomas de alienación, negación,
dependencia química y sentimientos inadecuados.
Para darles una explicación breve pero más concisa sobre
esta enfermead decimos que en aspecto físico afecta el uso compulsivo
de químicos, la inhabilidad de frenar el consumo una vez ha comenzado.
El aspecto mental de la enfermedad está en la obsesión constante
y el poderoso deseo que lleva al individuo al consumo mientras o aunque
destruya su vida. El aspecto emocional espiritual de esta enfermedad es
el total egocentrismo en que se envuelve el adicto. "Esta enfermedad
sólo la suele vencer un despertar espiritual".
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