Lunes 1 de marzo de 1999

 








 

 


MENSAJE
Cojear de la misma pierna

Hermano Pablo,
Costa Mesa, California

Cojeamos de la misma pierna -dijo Camilo Rivera sonriendo.

-No de la misma -contestó Manuel Jiménez-, porque a ti te falta la izquierda y a mí la derecha.

-De todos modos -repitió Camilo-, cojeamos de la misma pierna.

Julia Benavídez, una bella joven que estaba con ellos en el aeropuerto de Panamá, añadió:

-Yo también puedo decir que cojeo de la misma pierna.

A los tres los arrestaron ese mismo día las autoridades de aduana. Eran contrabandistas de cocaína. Los hombres llevaban la droga en sus piernas ortopédicas; la joven Julia, en su ropa interior.

En buen español, los tres &laqno;cojeaban de la misma pierna», pues los tres eran contrabandistas.

&laqno;Cojear o renquear de la misma pierna» significa, en el español de la calle, tener el mismo problema o el mismo defecto, estar pasando por la misma circunstancia. Camilo, Manuel y Julia estaban involucrados en el mismo negocio. En cada pierna ortopédica de los muchachos había cinco kilos de cocaína, y en la ropa de la muchacha otros dos, en total un millón de dólares en droga.

Los tres tenían la misma cojera moral, la misma falla en la conducta. Se dedicaban al delito de contrabando sólo por ganar fácilmente algunos dólares. ¿Cuál fue el resultado de su cojera? Varios años de cárcel para cada uno.

Cuando uno no camina derecho por la vida, cuando no se comporta con dignidad moral, puede decirse que anda renqueando o cojeando. Y los malos pasos de la vida nunca pueden terminar bien. La Biblia claramente advierte: &laqno;Al necio le divierte su falta de juicio; el entendido endereza sus propios pasos» (Proverbios 15:21).

No andar en caminos rectos -y todo hombre y toda mujer conscientes saben distinguir entre un camino recto y uno torcido- es, como dice la Biblia, necedad. ¿Qué es esta necedad? Es descuido moral. Es torpeza espiritual. Es esclavitud al pecado.

Tomemos nuestros pasos en los caminos de Cristo. Fijemos nuestra mirada en la dirección del bien. Amoldemos nuestra conducta a la norma de la Biblia. Andemos, no a la par del diablo, cojeando de la misma pierna, sino a la par de Cristo, siguiendo en sus huellas maravillosas.

 

 

 


 

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