Es una profesión pocas veces comprendida. Pocos reconocen los riesgos y la valentía de los que se dedican a esta labor.
Eliécer Santamaría, de 50 años, pertenecía al grupo de hombres y mujeres que abrazaron la profesión de reportero gráfico.
Al igual que las más de 110 personas que han muerto en los 98 días del año, Santamaría quedó atrapado en la espiral de violencia irracional que desangra a la familia panameña.
SOLDADO DE LA NOCHE
Eran las 2:00 de la madrugada de ayer, martes. La madrugada se hacía lenta mientras se esperaba la llegada de los casos policivos que se reportan en el Hospital Santo Tomás, y que son cubiertos para llenar la necesidad informativa sobre una realidad que no se puede maquillar.
�EL DEBER LLAMA!
"Una balacera en La Porqueriza. Vamos para allá", ripostó Eliécer mientras tomaba su famoso taxi Z-15. Iba hacia una cita con la muerte.
En las proximidades de la Calle 11 y Media de Río Abajo, varios sujetos abordaron el taxi y pidieron que los llevara hasta la barriada Altos del Río. Como quedaba en la ruta, tomó la carrera.
En las cercanías de esa barriada, un retén policial se vislumbró a lo lejos y los delincuentes dijeron al taxista-posiblemente con amenazas-que los evadiera, y tuvo que acceder.
En el Z-15 colgaba la credencial de reportero gráfico del diario "El Siglo". "�Ah! �Tú trabajas en un periódico?, le preguntó uno de los delincuentes. "Entonces, �dónde está tu equipo?", inquirió en son de amenaza.
Lo ocurrido después conmocionó al mundo periodístico nacional: el reportero gráfico fue herido mortalmente con dos puñaladas; una en el pecho.
Los delincuentes huyeron por la estrecha vereda que une a Altos del Río con el peligroso sector de La Porqueriza. Se presume que es allí donde residen.
EL ULTIMO ESFUERZO
Mortalmente herido, Santamaría salió del taxi. Una vecina del lugar-que vio todo-llamó a la Policía, quien lo auxilió y llevó en primera instancia al Hospital San Miguel Arcángel, de donde fue remitido hasta el Santo Tomás.
Y fue precisamente en ese centro hospitalario, en donde pasó mucho tiempo ejerciendo su labor profesional, donde finalmente terminó falleciendo pasadas las 4:45 de la madrugada de ayer.
El hombre detrás de la cámara fotográfica se convirtió en el centro de la atención nacional y de sus propios compañeros fotógrafos y camarógrafos.
Un Martes Negro para la profesión periodística, en donde un país vio con asombro cómo la violencia toma cuerpo, sin que nada ni nadie parezca poder o querer detenerla.