domingo 11 de abril de 2010 

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RESCATE DEL OLVIDO
El pintor Alberto Dutary

Investigador de Arte([email protected]) | Cr�tica en L�nea

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Alberto Dutary

Nace en Panamá en 1932, entre 1950 y 1952, estudia en la Escuela de Bellas Artes de Panamá. De 1953 a 1955 estudia en la Real Academia de San Fernando, Universidad Complutense, Madrid España. Universidad donde estudió el pintor más grande que ha tenido Panamá, Humberto Ivaldi, y que a siete años de su partida (murió en 1947) le recordaban con cariño y admiración; así lo dejó saber en la entrevista dada a Yadira Díaz de Gámez, en la que señala lo siguiente: "En el caso de Ivaldi, nos enfrentamos a un extraordinario pintor, malogrado muy joven y que nos dejó muy pocas obras. Cuando fui a estudiar a la Academia de San Fernando en Madrid, profesores y pintores recordaban a Ivaldi como un artista de gran talento".

Esto fue publicado en la Revista Lotería N.� 26 mayo -junio de 1986. Pág. 123 - 138. De 1956 a 1958 estudia en la Escuela Nacional de Artes Gráficas de Madrid España.

En 1962 destaca como fundador del Instituto Panameño de Arte. La Enciclopedia Americana contiene artículos sobre la importancia e influencia de este Instituto sobre la vida cultural panameña.

En 1988, impulsa la carrera Artes Plásticas dentro de la Facultad de Arquitectura de la Universidad de Panamá.

Este documento que a continuación trascribimos es tomado del Catálogo "RITOS, M�SCARAS Y V�RGENES", obra reciente del Artista Alberto Dutary. Anonimous Galería de Arte Ciudad de Panamá, 25 de octubre de 1995. No se ha podido aún descubrir en qué código antiquísimo se establece como reglamento que el pintor no debe hablar de su obra.

Pero estoy seguro de que debe existir y en su primer mandamiento reza así: no harás comentario alguno sobre tu obra. El segundo, menos aún acerca de la obra de los demás. Hoy decido romper esa regla con respecto al primero de los mandamientos.

Al pintar se piensa. Pienso luego pinto. Axioma inevitable. Los pintores dejamos que el razonamiento de nuestra obra corra por cuenta ajena. Con la ganada libertad de expresión plástica, cada artista pretende ser un laboratorio individual de su propia obra. Las etiquetas con sus precios y todo vienen después.

Un árbol que parecía muy sano en el patio de mi casa se desplomó con los últimos aguaceros. Al observar sus raíces estaban podridas. Cada vez que escucho el término raíces recuerdo esos árboles de nuestro trópico que se desploman a pesar de su aparente salud. Y es que las raíces humanas son muy profundas y no pueden ir en una dirección acomodaticia.

Somos, aunque no lo quisiéramos, el producto de una tradición que corresponde a la cultura de occidente. Negarlo y declararnos en nuestro arte como indigenista o tribal es una aberración que reduce a nuestra América a un nivel de adefesios culturales.

Como estas pinturas que aquí presento, no sólo he roto un largo silencio, sino además el color antes sugerido en toda mi obra salta ahora con voz propia.

He expresado en estos cuadros un sentimiento religioso emanado de las profundas y emotiva creencias populares. De lograr con ello un mensaje claro y perceptible, todo el esfuerzo no ha sido en vano.

Siempre he pretendido y deseado contar historias con mi pintura, equilibrando no caer en lo anecdótico y literariamente gratuito. Es ello un rayo de luz estrecho, pero intenso.

Es por esto que para lograr un mayor balance entre la temática y las formas (figuras) he dividido el cuadro en secciones donde surgen composiciones interdependientes y refulgen entonces los colores con propiedad tonal.

Incluyo en esta exposición algunos pasteles correspondientes a la misma temática.

Confirmo: el mensaje religioso hace fácil, por vía del misticismo, llegar a la sensualidad. Conscientemente, he entrelazado ambas vertientes. Es una manera particular y propia de orar para lograr acercarme al misterio de Dios.

Incluyo caretas no sólo para ayudar a la composición sino además para mostrar el desdoblamiento y duplicidad humana.

La más profunda explicación de la pintura salió de la mente del filósofo alemán Worringer: La pintura es "autogoce objetivado". Ese sentimiento es lo que ha hecho de la pintura y del arte en general un apostolado que ha llegado hasta producir casos de santidad laica.

Con estos cuadros pintados de manera convencional y disfrutando su ejecución, pretendo materializar mis sentimientos para aproximarme mucho más al prójimo en general y con estas líneas acerca de mi pintura dejo testimonio escrito de mis intenciones pictóricas y a la vez una prolongada firma y guía personal sobre mi propia inclinación creativa.

Alberto Dutary. Panamá, Playa Coronado. Octubre 8 del año 1995. El próximo domingo continuamos recordando al maestro Alberto Dutary.

 


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