Luego de 15 años de firmarse el contrato para la construcción de la autopista Panamá-Colón, ayer fue inaugurado el segundo tramo desde Madden hasta Colón. Era una obra necesaria, pero en el camino hubo mucha complacencia de los gobiernos con la empresa que debió completar ese proyecto.
Al final la concesión fue cedida a la compañía brasileña Norberto Odebrecht; y una obra cuyo costo se estimó inicialmente entre $160 y $180 millones, quedó costando $267 millones.
Sin duda que la vía que permite trasladarse entre las dos principales ciudades del país en 40 minutos, era un anhelo de los colonenses y servirá para impulsar a Panamá como un centro de comercio internacional, permitiendo una especie de canal seco para unir el Atlántico y el Pacífico, ya no sólo a través de un Canal o por tren, sino también por carretera.
Sin embargo, el Estado prácticamente financió a una empresa extranjera para la construcción de la vía de 42 kilómetros. El costo inicial de $215.9 millones, se incrementó; el Estado le concedió a la compañía brasileña un financiamiento puente de $100 millones y un subsidio por peajes en los primeros 15 años de la concesión y además se le adelantan $41 millones de ese peaje.
Hubo que pagar una indemnización de $10 millones por afectaciones privadas, desembolso que corrió a cargo del Estado y además Odebrecht fue exoneraba de impuestos.
Ojala que la carretera haya sido construida con materiales que garanticen una buena vida útil, porque se levantó en un área donde el terreno es difícil y en tiempos de lluvia se producen derrumbes.
Al final, los gobiernos son recordados por las grandes obras que heredan y ojalá que cada centésimo que el fisco pagó por la autopista Madden-Colón, se traduzca en beneficio para el país, sobre todo para los colonenses.