El inesperado y agresivo brote de influenza porcina ha puesto en estado de alerta a todos los organismos de salud del mundo. México ha sido el centro y le han seguido Estados Unidos, Nueva Zelanda, Francia, Israel, Brasil Canadá y España.
La nueva cepa de este virus (H1N1), hasta el momento desconocida, ha afectado a decenas de personas en los Estados Unidos, cuyo Departamento de Salud ha decretado la alerta sanitaria en todo el territorio de la Unión.
Tan grave se ha tornado la situación, que la Organización Mundial de la Salud ha elevado el nivel de alerta epidemiológica a 4, en una escala de 6, lo que quiere decir que se incrementa el riesgo de pandemia.
Los especialistas han aconsejado tomar medidas de manera inmediata, entre ellas el lavado de manos y utensilios, evitar las aglomeraciones y acudir al médico tan pronto se sientan los primeros síntomas. El uso de mascarillas o cubrecaras se ha multiplicado.
Se destacan entre los síntomas la fiebre alta de 39 grados ó más, dolores de cabeza, musculares y de las articulaciones, náuseas, vómitos, diarrea, inapetencia y otros.
Panamá, como país de tránsito, debe estar doblemente preparado para enfrentar esta contingencia sanitaria. Deben redoblarse las medidas de seguridad en las terminales aéreas, los puertos y en toda zona de ingreso.
Lo anterior debe ser considerado, toda vez que los ciudadanos de los países afectados como México no requieren visa para ingresar a nuestro territorio.
Existen virus capaces de mutar y pueden saltar la barrera de las especies para infectar a las personas que se han puesto en contacto cercano con cerdos y este parece ser uno de esos casos.
Todos los ciudadanos debemos estar alerta ante la posibilidad de contagio. Cualquier medida es insuficiente para evitar que Panamá se convierta en territorio afectado por este mal que en México ha causado, al parecer, más decesos de los que se reconocen.