Qué irónico. Algunos panameños residentes en la capital se convirtieron en un verdadero huracán, saqueando los comercios uno o dos días posterior a la invasión del 20 de diciembre de 1989 y precisamente frente a un almacén con ese nombre: El Huracán.
En esas fechas la gente se armó de juegos de sala, televisores (no había plasma para esa época), ropa y muchos electrodomésticos. En el intento, muchos panameños murieron.