Desde que nacen, nos conquistan y nos dejan a su merced. No podemos negarles nada de lo que nos pidan, Un hijo es una bendición, y el anhelo de todo padre que tenga sangre en las venas es que ese niño o niña tenga todo lo que nosotros no pudimos tener cuando teníamos su edad.
Pero, �Seguro que quiere que lo tenga TODO? �Y sólo con pedirlo?
Eso está bien cuando están bebés. En los primeros 6 meses de vida, el pediatra nos recomienda pararnos cuantas veces lloren para pedir leche.
Cuando ese período ha transcurrido, hay que comenzar a enseñarle disciplina en todo lo necesario. Hay que enseñarle ya que de noche no se toma leche, que a la mamá y al papá no se les pega, hay que enseñarlos a saludar, a comer alimentos sólidos y dejar de una vez la leche, a no tocar las cosas peligrosas, y muchas otras cosas más. Y eso es solo en los dos primeros años.
Pero parece que a algunos padres los educan sus hijos, y no viceversa, como debería ser.
Cada vez que el hijo hace una pataleta o se pone exigente, forma una corredera para complacerlo, y va a donde tenga que ir para conseguirle lo que quiere, sólo por no tener que seguirlo soportando. Craso error.
Váyalo sabiendo usted, padre primerizo, que ese ambiente es caldo de cultivo para los niños problemáticos y hasta para los adolescentes con tendencias delictivas.
Piénselo. El niño que manipula a sus padres a placer, y jamás recibe un "no" como respuesta, crece pensando en que el resto de la sociedad también debe rendirle la misma pleitesía.
Cuando algunos de esos niños comienzan a estrellarse con la realidad, no todos se resignarán. Otros más egocéntricos y agresivos recurrirán a otros medios para obtener sus objetivos. �Y qué medios son esos? Los mismos que usábamos nosotros para complacerlos de bebés. O sea TODOS.
Disciplinar a los hijos no significa que los queramos menos. Al contrario. Una persona bien educada es sinónimo de padres que lo amaron de verdad en sus primeros años y que se preocuparon de hacer de él una persona recta, no un malcriado que hace espectáculos cada vez que las cosas no salen como él las quiere.
Recuerden que cuando se habla de un niño "malcriado", el agravio es más bien para sus padres que para él mismo, ya que hace referencia al mal trabajo que han hecho con él.
