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Jueves 24 de junio de 1999


EDITORIAL
Lamentables declaraciones

Las declaraciones formuladas por el Jefe del Comando Sur, ahora acantonado en Miami, es una clara expresión del colonialismo mental que todavía campea en algunas esferas de decisión y mando norteamericano, la que percibe a Panamá como prolongación estratégica de los intereses norteños, por lo cual debe someterse a pretensiones, quereres y solicitudes estadounidenses, ignorando la condición de nación independiente y soberana con asiento en el concierto mundial de naciones.

Los razonamientos del militar Charles Wilheim se dirigen a establecer el derecho norteamericano de intervención física y geográfica en el Istmo panameño, en el evento de existir algún peligro a la vía interoceánica, dado que Panamá resulta incapaz de defender su territorio y fronteras.

La paradoja que surge de la interpretación militarista norteamericana resulta al precisar el origen de los Tratados Torrijos-Carter, que fueron acuerdos concebidos en el interés y ánimo de devolver la plenitud soberana y la unidad geográfica de su territorio a Panamá, razones que se hacen negatorias con el planteamiento que proclaman los militares del Pentágono, puesto que aceptarlos equivaldría a sostener que nos liberamos un dogal colonialista para someternos al neocolonialismo, derrotero encaminado a fortalecer los intereses y conveniencias foráneas.

Para analistas políticos preocupados de la actualidad nacional resulta suspicaz que una escala informativa, noticiosa y de opinión, llene titulares e impulse gestiones televisivas dirigidas a convencer al mundo de la incapacidad de Panamá para frenar incursiones guerrilleras fronterizas, argumentos que al vocearse en diapasón entre ex-militares norieguistas, culmina en llamamientos a rehacer extintos estadios represores, de ignominia y degradación.

El salto de la liebre es evidente: una oficiosa escalada busca arrinconar nuestro país para llevarlo hacia arreglos que podrían afectar nuestra integridad territorial y soberanía; situación que puede generar movilizaciones nacionalistas.

Conviene recordar que el destino geográfico panameño signa la vida de nuestro país, que sirvió de puente precolombino a migraciones incaicas; de puerto para los descubrimientos españoles; de asiento para el dogal colonial ibérico; de llave del ascenso en la hegemonía norteamericana, que con la obra de ingeniería canalera acercó el comercio y los pueblos; motivos que explican la histórica codicia por dominarlo y hacerlo engranaje del dominio mundial.

 

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