EDITORIAL
Lamentables
declaraciones
Las declaraciones
formuladas por el Jefe del Comando Sur, ahora acantonado en Miami,
es una clara expresión del colonialismo mental que todavía
campea en algunas esferas de decisión y mando norteamericano,
la que percibe a Panamá como prolongación estratégica
de los intereses norteños, por lo cual debe someterse
a pretensiones, quereres y solicitudes estadounidenses, ignorando
la condición de nación independiente y soberana
con asiento en el concierto mundial de naciones.
Los razonamientos del militar Charles Wilheim se dirigen a
establecer el derecho norteamericano de intervención física
y geográfica en el Istmo panameño, en el evento
de existir algún peligro a la vía interoceánica,
dado que Panamá resulta incapaz de defender su territorio
y fronteras.
La paradoja que surge de la interpretación militarista
norteamericana resulta al precisar el origen de los Tratados
Torrijos-Carter, que fueron acuerdos concebidos en el interés
y ánimo de devolver la plenitud soberana y la unidad geográfica
de su territorio a Panamá, razones que se hacen negatorias
con el planteamiento que proclaman los militares del Pentágono,
puesto que aceptarlos equivaldría a sostener que nos liberamos
un dogal colonialista para someternos al neocolonialismo, derrotero
encaminado a fortalecer los intereses y conveniencias foráneas.
Para analistas políticos preocupados de la actualidad
nacional resulta suspicaz que una escala informativa, noticiosa
y de opinión, llene titulares e impulse gestiones televisivas
dirigidas a convencer al mundo de la incapacidad de Panamá
para frenar incursiones guerrilleras fronterizas, argumentos
que al vocearse en diapasón entre ex-militares norieguistas,
culmina en llamamientos a rehacer extintos estadios represores,
de ignominia y degradación.
El salto de la liebre es evidente: una oficiosa escalada busca
arrinconar nuestro país para llevarlo hacia arreglos que
podrían afectar nuestra integridad territorial y soberanía;
situación que puede generar movilizaciones nacionalistas.
Conviene recordar que el destino geográfico panameño
signa la vida de nuestro país, que sirvió de puente
precolombino a migraciones incaicas; de puerto para los descubrimientos
españoles; de asiento para el dogal colonial ibérico;
de llave del ascenso en la hegemonía norteamericana, que
con la obra de ingeniería canalera acercó el comercio
y los pueblos; motivos que explican la histórica codicia
por dominarlo y hacerlo engranaje del dominio mundial.
PUNTO CRITICO |
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