Un estudio determinó que la participación real de ellas en los accidentes graves es de 3,2%, mientras que la de los hombres es de 96,8%.
Desde Cesvi Argentina aseguraron que no pretenden que este estudio se transforme en una regla aplicable a todos los conductores, ya que se han encontrado actitudes y estilos de manejo destacables y reprochables en ambos géneros.
Pero, sobre la base de los resultados recientes, las mujeres poseen una menor habilidad en la conducción de vehículos, pero sin duda asumen menos riesgos y no tienen una actitud desafiante ante las normas de tránsito, lo que entraña un notable beneficio para la seguridad vial y para bajar la tasa de accidentes de tránsito graves.
LOS NUMEROS HABLAN
Los datos estadísticos referidos a la participación en accidentes violentos, parecen dar una lectura distinta a lo que habitualmente los conductores se han encargado de victimar. En base a la información accidentes graves, investigados por Cesvi Argentina en todo el país, se puede observar que las mujeres tienen una menor participación en accidentes de transito graves: apenas participan en sólo el 3,2%.
La relación entre la participación de mujeres y hombres en los accidentes graves en ruta (3,2% y 96,8% respectivamente) y la cantidad de hombres y mujeres que efectivamente conducen, demostró que las mujeres sólo participan de un 28,4% en este tipo de siniestros frente al 71,6 de participación de los hombres.
CADA UNO AL VOLANTE
El conductor hombre promedio es arriesgado, no respeta las normas, se maneja en base a la sensibilidad que le transmite el tránsito y es agresivo. No le gusta que otro maneje su vehículo, tiene una gran afinidad con la mecánica del automóvil y con las técnicas de conducción. Usa los elementos de seguridad por temor a ser controlado o sancionado. La mujer conductora es más respetuosa de las reglas y acepta las consignas sin desafiarlas o intentar trasgredirlas, suele ser paciente, no presenta una gran afinidad con los aspectos técnicos, aunque le gustan cada vez más los vehículos. Trata de no abordar velocidades excesivas y delega la conducción, si es necesario.
Para este estudio se consideró como conductor paciente a aquel que esperó 10 segundos o más a una distancia prudencial del vehículo, sin hacer guiños de luces e impaciente.