El Ministerio Público anunció el inicio de investigaciones sobre los presuntos "Vuelos de la Muerte", que durante la década del ochenta realizaron miembros de la Guardia Nacional, para lanzar indocumentados al mar o a la selva del Darién, desde helicópteros en vuelo.
Poco a poco salen a relucir los secretos militares y algunos quizás sintiendo remordimiento y viendo que se les acerca el fin de su presencia terrenal, han empezado a resquebrajar la ley de la Omertá.
Hay otros crímenes, cuyos esqueletos permanecen ocultos en el closet. Muchos militares saben qué sucedió con Héctor Gallego, Floyd Britton, Rubén Oscar Miró, Heliodoro Portugal y otros desaparecidos, pero han guardado silencio cómplice.
Matar a un indefenso no tiene justificación, ni la llamada obediencia debida puede alegarse para salvarse de la justicia penal y divina.
Ya es hora que esos militares que ya entran en la llamada tercera edad suelten la lengua, descarguen su conciencia y pidan perdón a Dios y a los familiares de las víctimas.
Es probable que la historia de esos crímenes nunca sea revelada. Sólo la valentía de los hombres y la necesidad de buscar la tranquilidad que brinda el confesar los pecados, podrá de alguna forma contribuir a que la verdad se conozca.