FAMILIA
Mantenimiento
a los jóvenes lejos del "hielo"
Tomado de China Libre
El abuso de
drogas en los adolescentes estaba restringido a un grupo relativamente
pequeño de jóvenes que estaban involucrados con
pandillas y rufianes. Todo cambió cuando la adición
a la anfetamina se popularizó a fines de los años
ochenta. La guerra contra la droga se ha extendido a los predios
escolares y hasta el hogar.
Cuando el primer Ministro Lien Chan anunció su primera
política oficial después de asumir el cargo en
febrero pasado, su selección de temas fue una señal
de los tiempos. A diferencia de los antecesores, que establecieron
su autoridad con políticas referentes a la política
o economía de Taiwan, Lien anunció una guerra contra
la droga a lo largo y ancho de toda la isla. La opción
de Lien tuvo buen sentido político: el uso de las drogas
ha aumentado dramáticamente en los últimos años
y está creciendo la preocupación pública,
especialmente entre los padres. La Administración Nacional
de Policía indica que el número de adolescentes
involucrados en crímenes relacionados con la droga ha
aumentado dramáticamente, de apenas unos 1.400 casos en
1990 a 10.800 casos en 1992. Peor aún, el uso de drogas
está creciendo rápidamente entre los jóvenes
de doce a dieciocho años, e incluso de menor edad. Aunque
la tasa de abuso de droga es mucho más baja en Taiwan
comparada con la de los Estados Unidos y otros países
occidentales, la gente está preocupada por el rápido
aumento en los últimos años.
En el pasado, las drogas ilegales como el opio, la cocaína,
heroína y morfina eran usadas solamente dentro de un círculo
pequeño de rufianes y gente en la industria del sexo.
Los adolescentes no comenzaron a experimentar con drogas sino
hasta los años sesenta, cuando se introdujo la marihuana
con la llegada de la cultura hippie de los Estados Unidos a Taiwan.
Según la obra Cultura de la droga en China (Teacher Chang
Publishing Co., 1991), en las últimas tres décadas,
varias drogas se han introducido y hecho circular dentro de un
pequeño sector de la juventud. A inicios de los setenta,
el esnifar cola o pegamentos se volvió popular entre los
adolescentes debido a que era barato y se podía adquirir
en cualquier papelería. El Departamento Municipal de Policía
de Taipei registra que la edad promedio de los esnifadores de
pegamento en aquel tiempo era quince años. En 1976, el
gobienro obligó a los fabricantes a agregar aciete de
mostaza al pegamento para darle un olor nauseabundo que repele
a los jóvenes de su uso indebido.
Pero encontrar un sustituto a la cola era fácil. Pronto,
se comenzó a vender un analgésico, la pentazocina,
en el sur de Taiwan y rápidamente se extendió su
uso entre pequeños grupos de jóvenes alrededor
de la isla. Comenzaron a surgir los casos de jóvenes adictos
que deambulaban en público en un estado semiconsciente.
Al igual que la cola, el apogeo de la pentazocina no duró
mucho. De hecho, el gobierno adoptó un enfoque más
severo para formación vocacional. Cada año, entre
diez y veinte alumnos de la prisión aprueban los exámenes
de admisión al bachillerato o la universidad. Además,
la prisión ha adoptado las mismas medidas que usan los
reformatorios para ayudar a los jóvenes a evitar ser identificados
como ex-convictos. Aquellos que sirven un término en la
Prisión de Hsinche pueden ser liberados por buen comportamiento
después de haber cumplido con por lo menos la mitad de
su condena. Los oficiales de la prisión también
procuran poner más interés personal en sus jóvenes
reclusos. "El mayor deleite", dice Yang, "es ver
a un adolescente rebelde convertirse en un adulto responsable
y desarrollar un interés por la escuela e incluso aprobar
el examen de admisión universitaria. Algunos de nuestros
ex-reclusos han traído a sus esposas e hijos a visitarme".
Sin embargo, algunos reclusos o estudiantes de los reformatorios
no retornan para visitar, sino para servir nuevas condenas. A
pesar del énfasis en la reintegración de los delincuentes
a la sociedad, el sistema de justicia juventil no siempre es
exitoso. El Reformatorio de Taoyuan informa sobre una tasa de
reincidencia del 15 al 20 por ciento, lo que la directora de
asuntos académicos, Cheng Mei-yu, considera como algo
"no satisfactorio, no aceptable".
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