MENSAJE
¿Criogénica o vida eterna?
Hermano Pablo,
Costa Mesa, California
Desde la escuela primaria se
destacó en matemáticas. En otras materias podía fallar,
pero en cuanto a números, operaciones y fórmulas algebráicas,
era un as. A los 30 años de edad Thomas Donaldson ya era profesor
de matemáticas en la universidad de California.
Sin embargo, a los 40 años se le empezó a formar un tumor
en el cerebro. Esto, además de la consternación de la enfermedad,
le hizo sentir que debiera hacer todo lo posible por mantener con vida ese
cerebro maravilloso que tenía. Fue así como a los 46 años
de edad Thomas Donaldson le pidió permiso a un tribunal para que
se le congelara el cerebro. "Tendré que morir, por supuesto
-declaró él-, pero los científicos del futuro hallarán
un cuerpo sano para mi cabeza y una curación para mi tumor, y mi
cerebro seguirá prestándole servicio a la humanidad".
He aquí un caso más de alguien que cree en la criogénica,
la ciencia de congelar un cuerpo a 195 grados centígrados bajo cero,
y mantenerlo así sin descomponerse hasta hallarse una curación
para su mal. Muchas personas han hecho congelar su cuerpo. Entre ellas está
incluso el célebre Walt Disney, Donaldson pidió, aunque le
costara su existencia, que hicieran cesar su vida, y congelaran su cerebro
mientras todavía estaba sano.
Hay en el ser humano una insaciable sed de vivir para siempre. Yo no
puedo aceptar que podamos, en carne y sangre, vivir eternamente, ya sea
que lo intentemos por congelación o por cualquier otra ciencia. Esta
carne es polvo, y como dice el Libro Sagrado: "Polvo eres, y al polvo
volverás" (Génesis 3:19). Pero no deja de ser significativo
el hecho de que queremos vivir para siempre. Queremos ser eternos. No será
que hay algo en el ser humano que produce esta insaciable inquietud?
Sí lo hay. Es que no fuimos creados para vivir sólos los
70, 80 ó 90 años que el cuerpo dura. Somo eternos. Nuestra
alma, el ser interior, fue creada para la eternidad. Pero no es el cuerpo
el que dura para siempre. Es nuestra alma, nuestro espíritu, nuestro
fuero interno.
Por eso es tan importante que permitamos que Cristo sea el Señor
de nuestra vida. La única manera de asegurar la vida eterna con Dios
es pedirle a Cristo que sea nuestro Salvador. El dijo: "Yo soy el camino,
la verdad y la vida. Nadie llega al Padre sino por mí"(Juan
14:6). El rendirnos a Cristo nos asegura la eternidad con Dios.
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CULTURA |
La política "fue el destino pero la literatura mi vocación. |
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