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MENSAJE
Vivir hasta ver justicia
Redacci�n
Cr�tica en L�nea
Primero la atacaron. Luego le robaron. Acto seguido, la violaron. Despu�s la acuchillaron. Y como si todo esto fuera poco, a aquella mujer de treinta a�os de edad la encerraron en el portaequipaje de un auto. Cuando termin� de llorar y se seren� un poco, la mujer, de Chicago, Illinois, metida dentro de esa tumba, determin�: "Saldr� de aqu� para ver que se me haga justicia". Estuvo ocho d�as encerrada, ocho d�as sin comer ni beber. La sostuvo s�lo su f�rrea voluntad de ver que se hiciera justicia. Ella misma por fin se libert� saliendo por el asiento de atr�s del auto. Y en el transcurso del tiempo pudo ver a su atacante, Donaldo Blackmon, ser arrestado y condenado a prisi�n. La voluntad de vivir es una fuerza incalculable. Hay enfermos de c�ncer que han hecho la firme determinaci�n de seguir viviendo, y han detenido su enfermedad y han sobrevivido muchos a�os m�s de lo esperado. Hay mujeres abandonadas, dejadas solas por un marido perverso, que han tomado la firme decisi�n de sobrevivir a toda costa, y lo han logrado para cuidar de sus hijos, educarlos, y ver al fin su triunfo. Hay quienes han naufragado y, sobre una balsa en el mar, han sobrevivido con agua de lluvia y peces crudos. Hay personas que han sobrevivido a un accidente a�reo y han atravesado bosques y monta�as durante d�as y hasta encontrar socorro. Una joven alemana, estudiante, se accident� en un peque�o avi�n en la selva amaz�nica, y camin� sola por la selva durante tres meses, aliment�ndose de frutas silvestres, hasta llegar a la civilizaci�n. A esa voluntad f�rrea de sostenerse en medio de la m�s adversa situaci�n se le llama fe. Esto se debe a que la fe en Dios, nuestro Creador, y en Jesucristo, nuestro Salvador, produce el milagro que necesitamos. Es mucho m�s que la simple fuerza de voluntad. Esa fe introduce en nuestras circunstancias el poder de Dios, el Creador de todo lo que existe. En medio de nuestro dolor, hay esperanza. Mientras hay vida, hay esperanza, y mientras exista Dios, hay esperanza. No nos demos por vencidos por nada en la vida. Clamemos a Dios en medio de nuestra desesperaci�n. El s�lo espera o�r nuestro clamor. La invitaci�n de Cristo es: "Vengan a m� todos ustedes que est�n cansados y agobiados, y yo les dar� descanso" (Mateo 11 :28).
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