Martes 7 de julio de 1998

 








 

 

MENSAJE
Demada contra los padres

Hermano Pablo
Costa Mesa, California

E
l juez David Barnet, contempló la demanda que tenía sobre su estrado, y luego miró largamente al demandante. Este era un hombre pequeño, contrahecho, con una enorme desviación de la columna vertebral y una voz muy distorsionada a causa de la malformación de su cuello y su garganta.

El hombre estaba presentando una demanda por daños y perjuicios. ¿Contra quién hacía la demanda? Contra sus propios padres. Los acusaba de haberlo traído al mundo en las condiciones en que él se encontraba. "El feto -decía él en su argumento-, tiene derecho a nacer sano y normal. Mis padres tienen la culpa de no haberme formado mejor".

El profesor Henry Nadler, especialista en genética, de la Universidad de Chicago, dijo en un artículo científico que cada día son más demandas puestas por hijos que culpan a sus padres por la desgracia que los aflige.

Qué culpa tienen los pades de que un hijo nazca así? Los padres nunca desean un hijo deforme. Al contrario, el sueño de ellos es tener un hijo sano, inteligente, hermoso y normal. Si la culpa le correspondiera a los padres, éstos a los tatarabuelos y así sucesivamente, cada generación podría acusar a la anterior de todos los males que padece. Por fin llegaríamos al principio de los principios y acusaríamos a Dios mismo de ser el culpable de todos los males que hay en el mundo.

Esta filosofía distorsionada de la vida se debe a que la raza humana ha perdido toda noción de quién es Dios y qué es la responsabilidad personal. Lo cierto es que Dios hizo al hombre, y lo hizo libre. Dios puede ejercer influencia sobre él, pero nunca se impone sobre su voluntad. El decide si le hace caso a esa influencia divina, pero siempre tiene la libertad de escoger el camino que quiere. Por eso sufre tanto. La raza humana cosecha lo que siembra, y a veces esa cosecha viene en forma de horribles tragedias físicas, como en el caso del hombre que puso la demanda contra sus padres.

Hagámonos amigos de Dios. Supliquémosle que venga a morar en nuestro corazón. Digámosle que estamos dispuestos a rendir nuestra voluntad a la suya. Así por lo menos la semilla que sembremos nosotros será buena.

 

 

 

 

CULTURA
Riden homenaje a cubano Santiago Alvarez.

 

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