La palabra sexo le cambió, rotundamente, la vida a la licenciada en Literatura Francesa.
Hoy sexóloga, Alexandra Rampolla, conocida por el programa "Sólo sexo", jamás imaginó estar en una pantalla orientando a las personas de sexo. Pensó que eso sólo lo hacían las mujeres del mal vivir.
Alexandra, quien se acaba de casar en mayo, nos contó cómo llegó a ser una experta en sexo.
Manifestó que cuando estaba por graduarse de Literatura Francesa, su cuñado le hizo la propuesta en broma, ya que a ella le gustaba hablar mucho de sexo.
Proveniente de una escuela de monjas y de padres conservadores, Alexandra nos asegura que su único límite como sexóloga es atender a sus padres. Afirma que no le gusta hablar de ese tema con ellos, por eso del respeto.
�ste no es el único de sus secretos, también nos confesó que utiliza juguetes sexuales. Su preferido son las plumas de faisán. Además, le gusta que le venden los ojos y la sorprendan con cosas ricas.
A pesar de que es muy abierta al hablar de sexo, nos dijo que no siempre responde preguntas de su vida privada.
Su esposo John, que la acompañaba, certificó su respuesta. Dice que ella casi nunca habla de lo que ellos hacen.
También nos confesó que al principio a él le daba un poco de pena oírla hablar, pero ya se acostumbró.
Según Alexandra, sus conocimientos sexuales no fueron los que conquistaron a su esposo, sino su forma de ser. "Cuando nos conocimos, él ni sabía que era sexóloga", acotó.
Promocionando lubricante
Su primera vez en Panamá tiene un fin. Alessandra está promocionando un nuevo lubricante de Johnson and Johnson.
Asegura que el lubricante íntimo es muy bueno. Ella lo ha probado.
Es consistente, no quedas todo embarrado y, lo mejor, sientes un calorcito sensacional. No quema ni hace daño, manifestó.
�Qué te han preguntado?
En medio de una charla amena, nos contó que en sus años de carrera le han preguntado de todo. Todavía recuerda dos de ellas. Una mujer le preguntó que si el consumo regular de semen le daba caries.
Eso no es todo, otra le preguntó si se podía masturbar con una aspiradora.
Otro de esos recuerdos fue mientras hacía compras. Una mujer que se encontraba del otro lado, le preguntó gritando qué podía hacer para que a su marido se le parara.