Hoy, 14 de julio se cumple un aniversario más de la gesta revolucionaria francesa que en 1789 defenestró el régimen absolutista reinante, para instaurar renovada búsqueda social al alero de las divisas, Libertad, Fraternidad e Igualdad, que elevarían la condición humana a sitiales de decoro, de dignificación, eliminando favoritismos, cancelando abusos y atropellos, enmarcando la vida colectiva en sólidos parámetros de simetría igualitaria.
Doscientos dieciocho años nos separan de aquel evento que cambió el decurso histórico y entregó al mundo las ideas liberales que superarían las esclavitudes y harían del ciudadano un ser libre, capaz de escoger sus derroteros y construir en su albedrío la felicidad de la vida material.
El 14 de julio de 1789, el pueblo de París asaltó la fortaleza de la Bastilla, el símbolo de la monarquía representada por Luis XVI y mataron a su gobernador y luego a su alcalde. Se conformaron ayuntamientos y los campesinos se negaron a pagar impuestos y se abolió el feudalismo.
La Revolución Francesa es hito de la Humanidad; su recordación es labor de altísima docencia y patriótica responsabilidad; en Panamá, sus predicados nobles a veces permanecen en olvido, cercenados, en aplastamiento; motivo que impulsa la responsabilidad colectiva de luchar por ellos, y hacerlos carnadura de nuestro cuerpo social.
Hechos como estos serán siempre ejemplos para los pueblos que a veces son arrinconados y son víctimas de las desigualdades sociales que no permiten desarrollar una verdadera libertad.