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"�Arrepentíos!", ha conminado Ricardo Arias Calderón a sus flamantes aliados perredistas. "El PRD tiene su cuota de responsabilidad en los crímenes que se ejecutaron durante la dictadura"-sentenció el líder demócrata cristiano-y por ello debe pedir perdón al pueblo panameño (La Prensa, 22 de julio).
La mayoría civilista piensa así. Desde el desalojo de la dictadura militar (1989), ha venido exigiéndole a la dirigencia perredista, como mínimo, una declaración de arrepentimiento por los desmanes y abusos de la dictadura, en que el PRD participó con entusiasmo.
Si pretende competir por el poder político de acuerdo con las reglas del sistema democrático, lo menos que puede hacer el PRD es renunciar a los métodos autoritarios y a la corrupción que fueron la tónica de la dictadura militar. Pero el PRD no tiene vocación democrática: Ni siquiera ha accedido a eliminar el "11" golpista de su emblema partidista, una bandera que, de paso, usurpó los colores de la Nación, para indignación de la ciudadanía.
Como no hay sistema judicial que, a través de sanciones ejemplares para los militares y civiles delincuentes, los obligue a rectificar, el PRD no ha sentido la obligación de rendir cuentas por su pasado escabroso. Quiere seguir pasando agachado.
Por eso, el requerimiento público de Arias Calderón ha encolerizado a la dirigencia tradicional del PRD. �A quién obedecerá Martín: a su nuevo mentor democristiano o a los mandones que lo sacaron del anonimato y lo pusieron de candidato? |
