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MENSAJE
Casi gana el torneo
Hermano Pablo
Cr�tica en L�nea
Una hermosa y curvil�nea trigue�a, Silvia Sossi, estuvo a punto de ser coronada �Miss Adolescente�. Todo esto ocurr�a en San Marino el primer d�a de noviembre de 1983. La joven de dieciocho a�os, que cautiv� al jurado y al numeroso publico all� reunido con un n�mero en el que cant� y bail�, parec�a la segura ganadora del concurso. Pero los organizadores descubrieron que los documentos de la bella Silvia hab�an sido falsificados. Su verdadero nombre era Fabio Sossi. Fabio se hab�a sometido a una operaci�n quir�rgica, y protest� airadamente ante los jueces: �Deben juzgarme por lo que soy, no por lo que era.� Sus alegatos no fueron o�dos, y fue eliminado del concurso. Hay una infinidad de personas que proceden como este individuo, quiz� no tratando de cambiar su aspecto f�sico, pero s� revisti�ndose con una falsa personalidad tapando o tratando de cubrir su verdadera identidad. A cualquiera tal vez hagan creer su �fingida religiosidad�, su aparente �bondad�, su cara de honestidad, pero (y siempre hay un �pero�) ante Dios que todo lo escruta, para Quien no hay nada oculto, no escondemos nada, incluso, como dice la Biblia: �No me llega a�n la palabra a la lengua cuando t�, SE�OR, ya la sabes toda� (Salmo 139:4). Dios no solamente oye lo que decimos en voz baja sino que aun conoce nuestros pensamientos. La historia est� llena de hombres y de mujeres que llevaron una doble vida en la sociedad. Daban la impresi�n de ser excelentes personas, dignos comerciantes, respetables padres de familias, pero ocultaban sus verdaderas ocupaciones, tales como integrantes de la mafia, due�os de prost�bulos o hampones. Por un tiempo pudieron enga�ar, y hasta en algunos casos escapar de la justicia, pero no pudieron ni pueden escapar de la justicia divina. La Biblia dice que �est� establecido que los seres humanos mueran una sola vez, y despu�s venga el juicio� (Hebreos 9:27). Nadie puede escapar al juicio de Dios. Es por eso que necesitamos tener la seguridad de haber aceptado a Cristo como nuestro seguro Salvador, confiados de que �l muri� en la cruz en nuestro lugar. Si se lo pedimos, �l nos dar� una nueva vida. S�lo un cambio interior de alma, de coraz�n, de m�viles, de ambiciones y de intenciones podr� producir el cambio exterior que har� que nos acepten tanto Dios como los hombres.
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