No todo lo que brilla es oro. Ese refrán se aplica a lo que sucede Fuerte Amador. Esa antigua instalación del Comando Sur representa uno de los principales destinos turísticos tanto para nacionales como para extranjeros.
Sin embargo, quedan proyectos por ejecutar y existe una polémica por el alquiler cobrado a los negocios que operan en esa zona.
El famoso museo de la biodiversidad del cual se viene hablando desde el año 2000 apenas registra un pequeño movimiento de tierra en el área donde antes se ubicaba el club de oficiales de Amador.
Muchos de los negocios prometidos no arrancan y otros cierran sus puertas. El famoso boulevard de la moda de Figali, quedó en papeles y otro proyecto hotelero sucumbió.
Para colmo, la Autoridad de la Región Interoceánica alega que los negocios ya establecidos les adeudan la nada apreciable suma de ocho millones de balboas. Los inversionistas alegan que el gobierno, les quiere cobrar por infraestructuras ubicadas fuera del área de Amador, lo que consideran injusto.
Así las cosas, Amador, que junto a la base de Howard, eran las perlas más preciadas de las áreas revertidas, se debate entre polémica y deudas.
Paralelo a ello, la ley que otorgó terrenos revertidos con el fin de venderlos y financiar proyectos como la culminación de la autopista Panamá-Colón, no ha rendido sus efectos. El papel aguanta todo, pero la realidad es otra. Por ahora no hay inversionistas interesados en comprar esas tierras.
Lo malo de todo es que la función de la ARI culmina en el 2005 y existe el peligro que terrenos valiosos sean rematados a precios irrisorios, lo que sería una traición a las generaciones que lucharon por la recuperación total de nuestra soberanía.