Sábado 8 de agosto de 1998

 








 

 

FAMILIA
¿Es peligroso el ambiente con humo de cigarrillo?

(Tomado de Salud Mundial)

Si los hombres y mujeres desean ponerse a salvo de la infección tendrán que protegerse en sus relaciones sexuales, sobre todo utilizando el preservativo. Los métodos anticonceptivos de "barrera", y sobre todo el preservativo, ayudan a prevenir no sólo los embarazos no deseados sino también las enfermedades de transmisión sexual y el SIDA. Este es el mensaje prioritario para los programas de planificación familiar en el mundo de hoy.

Para la mujer esto representa un problema adicional, ya que es el hombre quien debe utilizarlo, muy a menudo en contextos en que la mujer apenas tiene la posibilidad de elegir o, si se opone a la relación sexual o sugiere el empleo del preservativo por su compañero, se expone a que éste la riña, la violente o la abandone.

Otro serio problema que plantean los programas tradicionales de planificación familiar es su insistencia en el empleo de métodos de alta tecnología, extremadamente eficaces, pero que la mujer apenas puede controlar. Son métodos que entrañan una gran dependencia respecto de los servicios de planificación familiar y no ofrecen protección contra las enfermedades de transmisión sexual. En los países del Sur, los métodos de "barrera" se utilizan mucho menos que en los países del Norte. En los del Sur las prioridades están dictadas por la necesidad de reducir el crecimiento demográfico y la creencia de que la mujer no podría servirse de un método que tendría que aplicarse ella misma, ya sea por falta de instrucción o sencillamente porque su opinión no cuenta en sus relaciones con su pareja. En el Brasil, como en otros países, el costo de la maternidad para una mujer (en términos materiales y afectivos, en trabajo suplementario, etc.), unido a los peligros inherentes al aborto ilegal, hace que el 85% de las usuarias de anticonceptivos opten por la píldora o la esterilización.

Otra dificultad estriba en que, en algunos países, la monogamia es la norma obligada para la mujer pero se considera admisible que el hombre tenga otras relaciones, a menudo símbolo de prestigio y virilidad.

LA PLANIFICACION FAMILIAR Y EL SIDA

Dada la epidemia de SIDA, es extremadamente urgente que la sociedad en general, y los programas de planificación familiar en particular, reformulen el papel que les incumbe en este contexto, preguntándose cada vez quién decide en las relaciones sexuales y cómo, cuándo y por qué tenerlas. Deberán comprometerse a promover una mayor sensibilización y un mayor poder de negociación de la mujer. Con mucha frecuencia, esos programas siguen siendo la única posibilidad de acceso a alguna forma de servicio social, especialmente en el ambiente de pobreza general de los países del Sur.

El movimiento mundial femenino ha intensificado su lucha por lograr el acceso a métodos anticonceptivos seguros y al aborto sin riesgo, así como por un más amplio conocimiento de los derechos de la mujer en materia de reproducción. Ese combate introduce una nueva lógica en los esfuerzos destinados a conseguir que no se trate ya a las mujeres como ciudadanas de segunda clase y que se considere la maternidad como una labor útil y, por ende, algo que éstas deberían poder elegir con entera libertad y con el apoyo de la sociedad. Sólo así podrán participar activamente en toda decisión relativa a la reproducción y la sexualidad. En los países del Sur, en particular, esto implica cambios radicales en las relaciones entre los sexos.

 

 

 

 



 

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