La inocencia de los niños es mermada por el trabajo infantil. Cambiar sus cuadernos y libros por implementos para laborar, les priva de sus sueños y los vuelve individuos infelices.
Según la OIT-IPEC, Panamá tiene unos 47, 956 niños, niñas y adolescentes en situación de trabajo potencialmente riesgoso para la salud, moralidad y seguridad. El 40% de estos trabajadores infantiles está atrapado en trabajos por abolir, y las crudas condiciones en que los realizan, son de alta peligrosidad cotidiana.
PEORES TRABAJOS
El ministro de Educación, Miguel �ngel Cañizales, manifestó que en las áreas indígenas de nuestro país se conjugan las peores formas de trabajo infantil, producto del hambre, la impunidad, la discriminación étnico-cultural, la escasez de los servicios públicos básicos, la inaccesibilidad a la atención médica y, sobre todo, a la inexistencia de un ciclo completo educativo que asegure una educación de calidad.
Una encuesta de trabajo infantil del año 2000, la fuerza de trabajo infantil y adolescente indígena, representaba virtualmente el 18% del total de la misma en todo el país.
Aproximadamente, 60 mil indígenas Ng�bes-Buglés, entre adultos, niños y adolescentes, migran temporalmente a plantaciones y fincas panameñas y costarricenses en condiciones laborales de alto riesgo para su salud, moralidad y seguridad.
ESTRATEGIAS
Cañizales reiteró que hay que abolir el trabajo infantil y que, para ello, el Gobierno Nacional está impulsando un sistema de protección social conocido como Red de Oportunidades, que consiste en beneficiar a las familias en estado de pobreza con un subsidio económico mensual significativo, a condición de que envíen sus hijos a la escuela y los retiren del trabajo infantil.
Sus declaraciones se dieron en el marco de una cumbre de ministras y ministros de Educación y de Trabajo de Centroamérica y el Caribe, en conjunto con los presidentes de las conferencias episcopales de la región, quienes discutirán en la capital panameña el tema de la erradicación del trabajo infantil.