EDITORIAL
�Hasta cuándo?
Ayer, nuevamente estudiantes del Artes y Oficios Melchor Lasso de la Vega volvieron a escudarse tras el uniforme que distingue a la masa pensante panameña y con deseos de un mejor futuro, para cometer las fechorías características de los delincuentes.
�Quién dijo que alzándose en armas, vandalismo, desorden y bravuconadas débiles se logran metas positivas y orgullosas?
Heridos, retenciones, daños a propiedades ajenas y otros sinsabores fue el resultado de las manifestaciones de los llamados "estudiantes" del Artes y Oficios.
Algunos malos estudiantes de ese plantel siempre se han escudado en nimiedades para hacer de las suyas y se han ganado en la sociedad una etiqueta que los clasifica como revoltosos.
La pregunta es �cuándo se tomarán las medidas eficaces contra ese tipo de llamados "estudiantes" que en lugar de los libros y el pensamiento edificante, enarbolan la violencia y el salvajismo?
Ese tipo de actitudes perjudica a aquellos que acuden a ese plantel en aras de alcanzar metas positivas. El problema es serio. El papel y los medios han aguantado cualquier cantidad de propuestas, sentencias, sanciones y demás actitudes tomadas en contra de los involucrados en diferentes actos de desastre social, pero nuevamente han vuelto a las andadas.
Algo está pasando. Y responsables son tantos los padres de familia de esos muchachos como los directivos educativos, desde el Ministerio de Educación hasta los locales.
El muchacho tiene derechos, claro que sí, pero esos derechos están respaldados por deberes, y los unos terminan cuando empiezan los derechos de los demás, pero en Panamá se aplica la Ley del embudo para ciertos casos convenientes. El menor tiene derecho a ser escuchado, pero �quién dijo que cometiendo actos delictivos como los de ayer, donde hubo heridos, robos y destrucción, se hace escuchar la razón? No es cierto que el que más grita tiene la razón. Ahora, quién le hace entender a esos muchachos cuál es el camino correcto para llegar a la civilización y conquistar terreno en todos los campos.
El problema es profundo, pues viene desde el hogar, donde el que usa la fuerza bruta es el que manda y al que se le escucha. Eso parece ser lo que han aprendido los estudiantes que representan a ese plantel, ya que hay un viejo dicho que reza que cada cual es el reflejo de lo que se vive en su hogar.
Las medidas que se tomen contra esos estudiantes vandálicos deberían ser ejemplares, porque si ellos tienen derecho, también la ciudadanía en general los tiene, y las personas en Panamá no se merecen ser blancos de las agresiones de un grupo de rebeldes que no han aprendido que el salvajismo primate quedó enterrado casi con los dinosaurios. Luego �para qué van a una escuela disque a educarse?
Ya está bueno de tanto desorden.
PUNTO CRITICO |
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