EDITORIAL
Virus mortal en la cordillera
Informes médicos
comunican que en las lejanías cordilleras de Agua Salud, en el Corregimiento
chiricano de Peñas Blancas y Chichica, limítrofes con Bocas
del Toro, doce indígenas fallecieron, resultado de una epidemia viral
que recorre esos parajes agrestes.
De acuerdo con los datos publicitados la mitad de la población
soporta los rigores del morbo, caracterizado por fiebres, tos, secreciones
nasales e infección pulmonar, cuya duración se estima en diez
días de dolencias, si no se presentan complicaciones de bronconeumonía.
Las autoridades de Salud señalan que la epidemia se complica en
razón de factores concomitantes; cuales son, la inaccesibilidad de
los poblados, la ausencia de servicios sanitaristas idóneos y oportunos,
unidos con los estados de desnutrición generalizada que afecta a
los moradores y el rigor gélido del clima cordillerano.
Estas doce muertes son otro aldabonazo a la conciencia ciudadana que
debe reaccionar ante las durezas materiales de las vidas arrinconadas de
los indígenas cordilleranos, para los que no existen servicios médicos,
sanitaristas, educativos y viales, que oferten a las etnias digna calidad
de vida.
Resulta inadmisible para el ciudadano común que se proclame las
carencias de recursos financieros y materiales para enfrentar los olvidos
de estas tierras abandonadas, en orfandad de protección y ayuda,
cuando se realizan gastos suntuosos, faraónicos, de dispendio, por
millones de balboas, para servir propósitos de imagen personal, de
promoción política, o se convoque a consultas plebiscitarias
con gastos de adicionales millones, para decidir un capricho reeleccionista
y perpetuador.
Los indígenas fallecidos son panameños; quizás más
panameños que muchos de los personeros de cúspide en el mando
gubernativo; sin embargo, su vivir estuvo signado por la miseria, la pobreza
y la desesperanza, de un sistema indiferente a la solidaridad y la hermandad
humana; circunstancias que impulsan a los pueblos indígenas de las
etnias sobrevivientes, a luchar por espacios materiales y de poder, que
permitan reivindicar el vivir de condena social y convertirlo en progreso,
pan y felicidad.
Las interioridades del sistema aperturista y globalizador se traducen
en desempleo, aplastamiento del pequeño productor, depauperación
que degrada para las mayorías, permitiendo a un reducido círculo
de aprovechados medrar y construir faraónicas fortunas, que en la
cúspide de las riquezas resultan símiles del mitológico
Rey Creso, que convirtió en oro todo lo que su insaciable mano tocó.
Urge que la burocracia acomodaticia, de molicie y permisión tolerante,
supere sus desganos y atienda con urgencia y sostenibilidad, las comunidades
indígenas, a través de giras permanentes de asistencia, instrucción
y enseñanzas; mientras tanto la vergüenza de doce muertes injustas
los acusan.
|
|
AYER GRAFICO |
Los balcones del Casco Viejo son verdaderas obras de arte. |
|