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Miércoles 16 de agosto de 2000



Un solo viaje m�s

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Hermano Pablo
Colaborador

Durante treinta a�os hab�a manejado por la misma ruta. Durante treinta a�os hab�a guiado el �mnibus por en medio de rectas, curvas y barrancos. Treinta a�os sus f�rreas manos hab�an empu�ado el volante, y treinta a�os hab�a llevado y tra�do pasajeros en la ruta de Granada-M�laga, reino de Espa�a.

Pero con treinta a�os de trabajo, Jos� Mancera S�nchez, de cincuenta y nueve a�os de edad, pod�a jubilarse. No ten�a que seguir esa cansada y mon�tona tarea. Su pensi�n de jubilaci�n ser�a menos que su salario si segu�a trabajando, pero con algunos ahorros que hab�a hecho, podr�a subsistir.

Quiso, sin embargo, hacer un �ltimo viaje. Ser�a su viaje de despedida. �Me jubilar� -hab�a dicho- despu�s de este �ltimo viaje.� Pero ese fue, en efecto, su �ltimo viaje. Jos� Mancera S�nchez se desmay� en el volante, y el �mnibus, con cuarenta y un pasajeros, se precipit� a un barranco de veinticinco metros de profundidad. Hubo muchos heridos, y perdieron la vida Mancera y cinco pasajeros m�s.

�Cu�ntas cosas nos ocurren por querer hacer �un viaje m�s�? �Y cu�ntas veces el sentido de la prudencia y la voz de la conciencia se unen para gritarnos: ��Basta ya!, es hora de dejar eso�? Pero atenuamos ese grito convencidos de que es �una sola vez m�s�.

�Cu�ntas veces no ha ocurrido que un hombre lleno de alcohol insiste en tomar una sola copa m�s, y es esa copa la que le causa el accidente fatal? As� le pasa al joven que anda en el narcotr�fico e insiste en hacer un solo negocio m�s, y es esa �ltima venta la que lo manda a la prisi�n federal.

�Y qu� del �caballero� que ,enredado en un amor prohibido, siente la voz de la conciencia que le dice: �Deja eso de una vez�, pero sigue entreg�ndose al gusto de la seducci�n, y ese �ltimo gusto resulta en su ruina? Por insistir en �una aventura m�s� sufre la total destrucci�n de su hogar.

Es importante aclarar que no es s�lo el �ltimo pecado el que destruye. Toda infracci�n destruye. Pero cuando insistimos al extremo, no s�lo perdemos a�os de tranquilidad, sino que ese �ltimo desenfreno puede costarnos la vida.

Reaccionemos ahora mismo antes que nuestra desmesura nos corte la existencia. Busquemos la ayuda de Dios. Jesucristo ofrece librarnos de toda senda resbaladiza, de todo precipicio siniestro y de toda costumbre mortal. �l quiere darnos la sensatez, la conciencia y la raz�n necesarias para no caer nunca en el mal. Cristo es el �nico Salvador que tenemos, nuestro �nico Maestro y Gu�a. Permit�mosle que sea no s�lo un verdadero amigo como ning�n otro, sino tambi�n el �nico Piloto de nuestra vida.

 

 

 

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