OPINION


160 litros de sangre

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Por Hermano Pablo
Reverendo

Había estado corriendo ochenta y seis años. Siempre estuvo listo para seguir adelante. Nunca se quejó. Nunca pidió ayuda. Nunca desmayó. Durante ochenta y seis años se dedicó a la tarea. Pero, como ocurre con todo en la vida, al fin se detuvo. Dejó de desempeñarse como acostumbraba porque ese corredor, no obstante lo fiel que es, siempre termina deteniéndose.

�Qué era? Era el torrente sanguíneo que corría por las venas y arterias de León Polk, un hombre de ochenta y seis años de edad que vivía en Dania, Florida, Estados Unidos.

Lo extraordinario de este hombre fue que, al sacar la cuenta, él había donado nada menos que 160 litros de sangre a los hospitales, que alcanza para darles sangre a 320 personas urgentemente necesitadas del líquido vital.

Polk murió de cáncer, pero antes que su muerte fuera inminente, y hasta antes de enfermarse de cáncer, él había adoptado la costumbre de donar sangre con frecuencia. Lo hizo durante casi sesenta años, y siempre sin sacar provecho monetario. �l sintió que era una deuda que le debía a la vida misma. "La sangre es la vida -explicaba-, y mientras pueda dar vida, la daré."

He aquí un récord mundial. No hay noticias, en ningún lugar del mundo, de persona alguna que, durante tanto tiempo, haya sido tan constante en donar su sangre. Si ha habido en este mundo algún acto completamente altruista, es este acto totalmente desinteresado, acto de desprendimiento, a riesgo de su salud y de su vida. �l comprendió lo que quiso decir Jesús con estas palabras: "Hay más dicha en dar que en recibir" (Hechos 20:35).

En un mundo donde el verbo de la vida parece ser el de la sanguijuela, que le saca sangre a otros, este hombre se deleitó en donar su sangre a enfermos que la necesitaban. Amar es dar, dar es vivir: he aquí una máxima moral que bien pudiera ser el lema de nuestra vida. Podemos dar sangre. Podemos dar compasión. Podemos dar perdón. Podemos dar comprensión.

Hubo uno, en la antig�edad, que dio toda su sangre por la humanidad. Ese fue Jesucristo. No dio 160 litros porque no tenía tantos que dar. Pero dio todos los seis y medio que corrían por sus venas. Era la sangre bendita de Dios hecho hombre, y su sangre fue el precio de la redención de la raza humana.

 

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