Un sueño quizás inalcanzable para muchos, pero para el ecuatoriano Jairo González fue una realidad producto del esfuerzo y sacrificio. Subió el Monte Everest.
A los once años, viendo una fotografía en la revista National Geographic de los primeros ecuatorianos en subir a esta montaña del Himalaya, González se obsesionó con la idea de hacerlo también.
Los años pasaron, se casó con doña Germania, con quien compartió 34 años y tuvo tres hijos: David, Santiago y Andrés.
Al cumplir 53 años, su hijo David sufre un accidente de tránsito después de acompañarlo a una tradicional tarde de escalada por las montañas ecuatorianas, y pierde la vida. Sin saberlo, aquel hijo que siempre lo alentó a cumplir su sueño, le deja 10 mil dólares de herencia, dinero que utilizó para cumplir su sueño.
Para lograr esta hazaña, don Jairo empezó un entrenamiento continuo que consistió en correr de 4:30 a.m a las 7:30 a.m., realizar ejercicios aeróbicos de 12:30 m.d. a 2:00 p.m. y acudir al gimnasio de 6:00 p.m. hasta 9:30 p.m. cinco días a la semana. Los fines de semana entrenaba escalando las montañas más altas de Ecuador: El Chimborazo, Cotopaxi y Cayambe.
El año pasado llegó la oportunidad de alcanzar su sueño y, a los 57 años, empieza la travesía en la que para rematar tuvo una lesión en la pierna, luego de una caída que casi le arrebata su sueño.
Abuelo de cuatro pequeños, logró llegar a la cima el 21 de mayo del 2009 a las 7:30 de la mañana. "Lo más difícil fue decidirse porque en mi mente estaba el pensamiento de que estaba algo viejo, pero cuando llegué al Everest desapareció la vejez y por ello estoy convencido de que la vejez no existe".
De esta manera, Jairo González se convirtió en el latinoamericano con más edad en subir los 8.844m de altura de este coloso del Himalaya.
Actualmente está gestionando los permisos para escalar el K2 (una montaña en el Karakórum, de la cordillera del Himalaya, con 8.611 metros, es la segunda montaña más alta y la más difícil de escalar de todo el mundo).