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EDITORIAL
ONU en Irak
Después de los severos reveses recibidos desde el final de la guerra en Irak el 1 de mayo, ahora el presidente de Estados Unidos, George W. Bush admitió por primera vez que la comunidad internacional debe tener un papel preponderante en la reconstrucción y estabilización en Bagdad.
Ni siquiera había terminado su discurso a la Nación, cuando ya sus asesores económicos y políticos hacían una presentación formal al Congreso de la Unión para que contribuya con unos 87 mil millones de dólares para fortalecer el respaldo monetario en la intervención aliada en Irak. Paralelamente, siguen los esfuerzo de la Casa Blanca por buscar que los viejos aliados de EU, a saber Francia y Alemania, se unan con tropas de las OTAN a pacificar la inestable zona del Medio Oriente, en donde el integrismo islámico violento hace de las suyas.
Igualmente, Bush remarcó que la guerra al terrorismo debe ser combatida de una forma coherente, con el respaldo de todos los Estados democráticos y que defienden las libertades civiles.
Por desgracia, Estados Unidos pecó en ir en solo a una conflagración contra Saddam Hussein. Para efectos, el reconocimiento de Estados Unidos a la labor que realizan las Naciones Unidas y a la cooperación global entre los países para frenar el terror.
Aunque de todas formas, los norteamericanos serían el grupo predominante en cualquiera fuerza multinacional de la ONU, la presencia de soldados de otros países, puede variar la imagen de la fuerza de ocupación estadounidense y le daría un respiro a sus efectivos.
De todas formas, lo importante es que dentro de poco tiempo, Irak pueda elegir democráticamente a sus propios dirigentes y se respeten los derechos humanos. Es una tarea difícil en una nación, donde hay tantas divisiones ideológicas y religiosas, pero hay que hacer el esfuerzo.
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PUNTO CRITICO |
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