�Cuan bella es Colombia!, país que amo, pero que horrendas son las intenciones de algunos colombianos que invierten en rubros que van desde la recolección de basura hasta la compra de islas. Muchos panameños humildes podrían perder sus casas por jurisdicción coactiva, de no pagar las desmedidas cuotas de aseo puestas en vigencia por autoridades en Panamá y Coclé.
Pensando en esta tragedia que se suma a la que vivimos con este gobierno, cerré los ojos y en vez de quedar dormido, fui protagonista de una pesadilla en donde corría entre periodistas que se atropellaban por cubrir los sucesos de tres incendios, dados al mismo tiempo en Arraiján, La Chorrera y Penonomé.
Los edificios municipales de esos distritos, quedaron carbonizados y de ellos se apreciaban rizones de mangle verde y humaredas que cubrían el paso justiciero de multitudes murmurantes. Gente a pie, que circundaba en cada cabecera municipal para cerciorarse si las llamas, habían consumido el refugio político de los que aprobaron los leoninos contratos de la basura. Hasta aquí la pesadilla.
Ahora, demos gracias a Dios y a los gringos que nos ayudaron a librarnos de la fatalidad de ser una prolongación de la Colombia. Pues casi todas las empresas recolectoras de basura, que provocaron los incendios del amargo desvelo, son Colombianas que regresan al Istmo con la misma saña voraz de los conservadores de hace 100 años, en donde Panamá era para los paisas una fuente de recursos fiscales y nada más.
Como pudieron salir estos Colombianos de la madriguera infernal conservadora que ordenó sepa Dios por cuanto, el fusilamiento de Victoriano Lorenzo?. Que fácil aparecieron funcionarios distritales de Panamá como cómplices, para que los pobres que no puedan pagar las cuotas de aseo, sean desprendidos por jurisdicción coactiva de sus ranchos, patios y gallinas.