Martes 6 de oct. de 1998

 








 

 


FAMILIA

Maltrato sexual en los niños

(Salvemos el Hogar)
Jorge M. Bruno

L as consecuencias del abuso sexual, y especialmente del incesto entre un progenitor y su hija(o), son nefastas y dejan cicatrices emocionales que jamás desaparecerán por completo.

Lucrecia lloraba con gemidos lastimeros. Su rostro se desfiguraba, mientras sus manos se cerraban y golpeaban sus rodillas en un gesto de máxima tensión e ira. Terminaba de relatarle a su consejera lo que había ocultado por años: el abuso sexual que había sufrido por parte de su padre desde los tres hasta los 14 años. Lucrecia continuó llorando durante más de cinco minutos. Bañada en lágrimas, se detenía por momentos para repetir casi gritando: "Lo odio... me ha hecho mucho daño... quiero matarlo". Los detalles del abuso (anal, oral y vaginal) eran escalofriantes.

El incesto - heterosexual u homosexual- con su propio hijo(a) "está entre los crímenes más horribles que un adulto puede cometer". Pero el abuso sexual va más allá de la relación que el adulto tenga con un menor que es familiar cercano: también incluye la pedofilia, que es la preferencia sexual por tener relaciones sexuales con niños, y la promoción de la pornografía y la prostitución infantiles.

El abuso sexual del niño no se limita a actos sexuales con penetración; también abarca llamadas telefónicas obscenas, mostrarle fotos y/o películas pornográficas, uso de lenguaje sugestivo para incentivar el interés sexual del niño, mostrarle actos sexuales en vivo, exhibicionismo o masturbarse delante del niño, acariciar y estimular sus genitales, rozar los genitales en el cuerpo infantil, preocupación y lavado excesivos de lso genitales, besos apasionados en la boca, mimarlo indiscretamente y acariciar las piernas y senos de una adolescente.

Los investigaciones en Estados Unidos estiman que anualmente ocurren entre 100.000 y 360.000 casos de abuso sexual. Alrededor de un 80 por ciento de esos casos involucran incesto. Las relaciones incestuosas más comunes son las que ocurren entre hermanos (aunque se denuncian muy poco), luego les siguen las de padre e hija(o), y por último las de madre e hijo(a). Las que más denuncian son las de padre e hija (70 por ciento de los casos). En Puerto Rico, por ejemplo, en 1994 se reportaron 27.000 casos de maltrato de niños; de todos esos casos, el abuso sexual fue la segunda causa que generó más demandas legales, después del homicidio.

GRAVISIMAS CONSECUENCIAS

Las consecuencias del abuso sexual, y especialmente del incesto entre un progenitor y su hija(o), son nefastas y dejan cicatrices emocionales que jamás desaparecerán. En el niño, este trauma sexualiza su conducta, lo aisla de los demás hermanos y amigos, lo llena de temor a que su padre cumpla las amenzas de muerte su revela "el secreto de los dos", hace que confunda el amor con el sexo, que tenga pesadillas, y que tema quedarse solo con su padre. A veces se da cuenta que "algo anda mal", que los otros niños no hacen "eso". El 70 por ciento de los casos intervenidos en el proyecto Amanecer para niños abusados sexualmente, del Departamento de Servicios Sociales de Puerto Rico, era de niños menores de 10 años.

 

 

 

 


 

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