FAMILIA
Nuestro hijo: un drogadicto (II parte)
Elaine Cantrell
Creo que nunca voy a llegar
a ser un piloto de aerolíneas. No tengo ningún dinero y quiero
hacer tantas cosas.
-¿Quieres hacer muchas cosas?- Me senté al lado de Daniel
en la habitación del alegre motel donde quedábamos durante
nuestras visitas al centro de rehabilitación.
-Sí, me siento atado. Tengo dentro de mí tantas cosas que
quisiera hacer, que podría explotar- dijo Daniel mientras pasaba
su mano por su cabello color pardo.
-Te sientes atado
-Sí que lo estoy. Quisiera pilotear un avión. Quisiera
ganar dinero. Quiero ser alguien en la vida.
-Me siento orgullosa de tus ambiciones, Daniel. Tu padre y yo te apoyaremos.
-Gracias, necesitaba que me lo dijeras.
APRENDIMOS A SER FUERTES
Después de casi un año en el programa, Daniel se graduó
y se preparó para regresar a la casa. Ken lo abrazó y le dijo:
"Daniel, me preocupa que vas a volver a la casa. Quiero que sepas que
te quiero mucho, pero no voy a permitir el uso de drogas en la casa. Es
tu decisión. Si lo haces, tendrás que irte automáticamente
de la casa". Daniel supo en ese momento que su papá sería
firme en su promesa.
Después que llegamos a la casa, establecimos un toque de queda.
Nos sentamos con Daniel y trazamos un plan. Si desobedecía, pagaría
las consecuencias. Así la responsabilidad quedaba con él.
APRENDIMOS A NO "SERMONEAR"
-Hubiera dejado de fumar hace tiempo si ustedes no me hubiesen fastidiado
tanto. En el centro de rehabilitación me dijeron que yo usaba cigarrillos
y otras drogas como una muleta para librarme de la depresión. Los
regaños no me ayudaban para nada.
Ken no podía creer lo que escuchaba de labios de Daniel. "Pero,
yo no te puse el cigarrillo en la boca".
-Lo sé. Pero necesitaba que me aceptaran como yo era y como lo
que podía llegar a ser.
Ken comprendió el poder destructivo de sus "sermones".
Se dio cuenta que al aceptar a su hijo en la condición que estaba,
su apoyo le daría a Daniel la libertad de progresar y hacer cambios
en su vida.
ACEPTAMOS SUS DECISIONES
-Mamá, he decidido ir a este concierto.
-Yo sé, Daniel. Tú eres mayor de 18 años y necesitas
tomar tus propias decisiones. Sólo deseo que sepas que no estoy de
acuerdo. En los conciertos de rock se fuma marihuana muy a menudo. Me siento
apenada por tu decisión pero de todas formas te amo.
Acepté el hecho de que las decisiones de Daniel con respecto a
su entretenimiento podían entrar en conflicto conmigo. Pero mi amor
por él no sería afectado.
A la mañana siguiente, Daniel bajó a desayunar. Mientras
me abrazaba, me dijo: "Tenías razón. Allí estaban
fumando marihuana. Hubiera sido mejor que me quedara. Me dio miedo".
No lo critiqué. Sólo devolví su abrazo.
AMAMOS
A menudo pensé cuán fácil podría haber sido
la vida si siempre hubiéramos sido padres fuertes y a la vez sensibles
con Daniel. Advertí que yo había sido una "habilitadora",
que había cedido a los caprichos de Daniel en vez de hacerlo responsable
por sus pensamientos y acciones. Ken había sido pasivo, sin mostrar
una actitud sensible o interesada.
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