"�Dios mío, qué está pasando!", exclamó asustado Luis Alberto Cabrera, quien se encontraba acostado con su pequeño de dos meses cuando de repente un árbol de guarumo cayó sobre su casa y destruyó la parte trasera de su vivienda, ubicada en La Loma de San Francisco, en Pacora.
Cabrera y su familia lo perdieron todo a causa de las lluvias y los fuertes vientos que se registraron la tarde del jueves en Panamá Este.
Al igual que la de Cabrera, muchas historias de tristeza y dolor se vivieron durante el torrencial aguacero, que dejó a la intemperie a más de 180 familias que viven en estos asentamientos informales en Pacora.
"La necesidad nos hace habitar estos terrenos", fueron las palabras de Javier Quezada, mientras miraba con tristeza junto a su esposa y cuatro hijos todos sus enseres dañados producto del torrencial.
El panorama era desolador. Niños llorando, madres tratando de darles algo de comer a sus hijos mientras que a ratos intentaban recuperar sus pocas pertenencias.
Romelia Bocariso dijo que cuando llegó el vendaval apenas pudo ponerse a salvo con sus cuatro niños, su hermana a punto de dar a luz y su madre. Ellas viven cerca a una quebrada que por las lluvias se creció, inundando su pequeña casa.
Bocariso y su familia aseguran que era un tornado lo que destruyó las viviendas, además de granizo que golpeaba fuertemente los techos. Al igual que Romelia otras diez personas vieron el pequeño remolino que se llevó todo a su paso y también trocitos de hielo caer del cielo.
La pobreza que los rodea, los problemas legales que tienen con los dueños de los terrenos y la lluvia contribuyeron a dificultar la situación de estas personas.