Jueves 22 de oct. de 1998

 








 

 


FAMILIA
Después del primer gramo de heroína ¿qué sucede?

James A. Inciardi

Dado este hecho de los consumidores que caen a menudo son bastante los que sin duda están bajo los segmentos del campo del tratamiento de la adicción que han tenido un éxito limitado a lo largo de los años.

La dificultad con el concepto de la personalidad proclive a la adicción, y todas las otras explicaciones teóricas de la adicción a la heroína, han sido el presupuesto de que una sola teoría dará cuenta de todo el espectro de los comportamientos de consumo de drogas, un problema que ha inficionado las discusiones del comportamiento desviado en general. Desgraciadamente, este tipo de pensamiento no es tan remoto, al menos en su estructura lógica, respecto de los argumentos del doctor Benjamin Rush de dos siglos atrás, quien decía que había una teoría de la enfermedad más que diferentes teorías de enfermedades diferentes. Lo más probable es que haya tantas razones para consumir drogas como individuos hay que consumen drogas. Para algunos puede estar en función de la desorganización familiar o el aprendizaje cultural o una personalidad desajustada o una personalidad "proclive a la adicción" o inclusive de un "duelo incompleto". Para otros, el consumo de heroína puede no ser más que una respuesta normal al mundo en el cual viven. Y lo más probable es que haya una población de consumidores de heroína para la cual el enfoque de Lindesmith de la abstención-elusión se adecue.

Tanto cuanto varían las motivaciones para el consumo de heroína, lo hacen también los modelos de iniciación. Algunas carreras en el consumo de drogas son terapéuticas en sus orígenes, a través del uso crónico de morfina, Demerol, Talwin u otro analgésico narcótico que se le prescribió al paciente para el tratamiento del dolor o alguna otra afección. Para muchos, sin embargo, la heroína es un estadio tardío en un estilo de vida de consumo de drogas que empezó durante la temprana adolescencia con el consumo de alcohol, jarabe para la tos con codeína, solventes orgánicos, marihuana y/o anfetaminas. Sea cual fuere el modelo de iniciación, la adicción a la heroína, si se produce, es un proceso prolongado. A pesar del mito "una jeringa y estás enganchado", para convertirse en adicto a la heroína, uno debe aplicarse a ello, especialmente dado que gran parte de la heroína disponible en la comunidad de la calle a menudo es de bajo potencial. Más aún, la mayoría de la gente no empieza su consumo de heroína inyectándose de forma endovenosa. Los recuerdos de David K., un consumidor de heroína de la ciudad de Nueva York entrevitado durante los años ochenta, ilustraban un modelo de iniciación que no es del todo poco común:

"Un día viene mi primo y está consumiendo heroína y tira su bolsa de basura de diez dólares en la mesa de la cocina y dice: "prueba un poco". Le digo: "escúchame, Alfie, ni pienso ponerme un gramo de eso en las venas". Me dice: "no flaco, aspira un poco, es fantástico". Entonces decido aspirar un poco de eso que trajo Alfie. Me tapo un agujero de la nariz y aspiro la porquería esa. Pensarás que después de esa primera vez podría haber aprendido algo. Pero no. Es como cuando pruebas tu primer cigarrillo. Te mareas y se te revuelve la panza, pero de todos modos vuelves a hacerlo porque quieres estar regio y como todos los demás lo hacen algo tiene que tener.

 

 

 


 

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