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El dictador Trujillo superó una infección de ántrax en 1940

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Santo Domingo
EFE

El dictador dominicano Rafael L. Trujillo contrajo en 1940 una grave infección de carbunco, o ántrax, debido a sus frecuentes contactos con caballos y vacas, y la superó después de ser operado por un cirujano cubano y varios meses de convalecencia.

En mayo de ese año, Trujillo recorría la región norte del país cuando le fue detectado un forúnculo en el cuello que le obligó a regresar a Santo Domingo, entonces llamada Ciudad Trujillo, para guardar cama debido al malestar general y a las fiebres que padeció.

El dictador corrió el riesgo de sufrir una septicemia mortal pues el temor que infundía en su entorno hizo que la intervención quirúrgica se retrasara y en aquellos tiempos no había facilidades para conseguir antibióticos en la República Dominicana, según declaró al periódico Hoy Santiago Castro Ventura, autor del libro "Enfermedades de Dominicanos Célebres".

En "Las memorias de la era de Trujillo", Ramón Saviñón Mendoza revela que el carbunco que afectó al dictador fue consecuencia de sus frecuentes contactos con caballos y vacas, en sus acostumbradas visitas semanales a su Hacienda Fundación, en San Cristóbal (a 30 kilómetros al oeste de la capital). Según Castro Ventura, el médico de cabecera del dictador, Francisco Benzo, no se atrevió a extirpar el forúnculo y comentó a sus allegados que estaba tan avanzado que "olía a cadáver".

Esta indecisión le iba a suponer su ruina, ya que, una vez restablecido, Trujillo ordenó su arresto y también que fuera desprovisto de todos los honores y posición que ostentaba. Por aquellas fechas y en medio de la vacilación, los informes de la época revelan que llegó a ciudad Trujillo un eminente médico cubano, el doctor Pedro Castillo, que aunque oficialmente iba para dictar una conferencia, en realidad llegaba con la misión de presidir una junta con los más prestigiosos médicos dominicanos para tratar "la enfermedad del Jefe".

En colaboración con el acreditado cirujano dominicano Darío Contreras, Castillo intervino al dictador en una habitación de la Hacienda Ramfis, hoy Secretaría de Relaciones Exteriores, donde se improvisó un quirófano y se realizó con éxito la extirpación del abceso. La intervención fue un "secreto de Estado", que se conoció mucho tiempo después de la convalecencia de Trujillo, quien estuvo en "estado grave" en las tres semanas siguientes a ser operado y no se recuperó totalmente hasta el invierno de 1940.

El historiador Miguel Holguín reveló que aquella operación provocó nerviosismo en el equipo médico que intervino a Trujillo. Según la documentación del Archivo General de la Nación, cuando Trujillo, una vez recuperado, se encontró con el doctor Contreras, le dijo que estaba perfectamente bien "gracias a Dios, y a su intervención".

"Estoy feliz, Jefe, pues si usted hubiese muerto en la operación le habrían llegado cantidad de flores, pero yo hubiera recibido gran cantidad de plomo", respondió el cirujano. Del ataque de carbunco de Trujillo no se habló abiertamente en la República Dominicana, hasta después de su ajusticiamiento, en mayo de 1961, cuando empezaron a publicarse las primeras fotos del tirano con los vendajes que cubrían su cuello, como consecuencia de la operación, y un aspecto un tanto desmejorado.

 

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